viernes, 30 de diciembre de 2011

Destino desconocido (historia por partes)

La aparición de la figura les cogió por sorpresa, pero una vez superada la primera impresión, el primero en reaccionar fue Felipe que se dirigió directamente a la figura.
- Así que usted es nuestro polizón, la verdad es que le esperaba algo mayor, pero no pasa nada venga aquí y hablemos, puede estar tranquilo que no le haremos daño.
Sin apenas vacilaciones, aquel chiquillo que les franqueaba el paso empezó a caminar en su dirección, cuando estaba próximo a ellos, los dos primeros retrocedieron y se sentaron en los mismos lugares que habían ocupado con anterioridad, esperando que el polizón se uniese a ellos.
Una vez que se hubo sentado, los tres miembros del grupo se estuvieron mirando entre si, estudiándose y tratando de adivinar las verdaderas intenciones de los demás. Permanecieron un rato en silencio, como si romper el mismo fuese un acto de sacrilegio, como si el propio acto de hacerlo significase que aquel que lo rompiese sería el primero en desnudar su alma a los demás.
Alfonso se impacientó con la situación y era notablemente el que estaba más nervioso del grupo, mirando en todas las direcciones y tratando de descubrir sombras en la oscuridad, no podía permanecer quieto y por eso fue el primero en romper el silencio.
- ¿Está solo?
El polizón respondió afirmativamente moviendo la cabeza. En ese momento Felipe tomó las riendas de la situación y continuó con la conversación.
- ¿Cómo se llama muchacho?
- Rodrigo, mi nombre es Rodrigo y tengo el placer de hablar ¿Con?
- Mi nombre es Felipe y el de mi compañero Alfonso, Bien vayamos a lo que nos ocupa, veo que usted ha entrado ilegalmente en este barco en forma de polizón ¿Cuáles son sus intenciones?
- Quiero alejarme de mi casa y empezar una nueva vida, les agradecería caballeros que si aún no han dado parte a su capitán de  mi presencia, se abstengan de hacerlo al menos hasta el momento en el que sea imposible el retorno al puerto de origen o a las proximidades de la costa y me encuentre en situación de que me depositen en otro puerto.
- ¿Es usted consciente de lo que implica su petición y de lo que podría significar para nosotros en caso de ser descubiertos encubriendo a un polizón?
- No conozco exactamente la disciplina del barco ni lo férreo que es su capitán a la hora de aplicarla, pero puedo suponer que llevaría implícito algún castigo o bien físico como latigazos en el peor de los casos, o un aumento en sus faenas diarias.
- Veo que conoce algo del mundo de la marinería,  ¿alguna vez ha estado embarcado o es quizás unas enseñanzas de algún familiar?
- Siempre me he movido por el puerto y he escuchado muy atentamente las historias de los marineros, pero jamás he estado embarcado excepto para salir de pesca en pequeños botes.
- Rodrigo, le daré un consejo, no crea usted la mitad de las historias de los marineros.
-No lo hago señor, pero en cierto modo eso me ha ayudado a conocer algo su mundo.
- Pues sepa que nuestro mundo se puede venir abajo por el simple hecho de estar hablando con usted, así que si accedemos a su petición, ¿usted que haría a cambio por nosotros?
- Como puede apreciar no estoy en condiciones de hacer una gran oferta.
- Bien le explicaré la situación, en un par de días estaremos en plena travesía, así que sería de todo punto imposible el acercar el navío a tierra para desembarcarle a usted. En ese momento nosotros informaríamos de su presencia al capitán que dadas las circunstancias seguramente le incorporará a la tripulación, aunque dada su calidad de polizón seguramente le tocarán las faenas más duras y penosas. Debo advertirle que en el momento en el que alertemos de su presencia al resto de la tripulación, diremos que le acabamos de encontrar por casualidad, cuando usted salió de su escondite en busca de comida. Si no avalase esta afirmación yo mismo me encargaría de que jamás pudiese descansar sin temer una represalia por nuestra parte ¿está claro?
- Tiene mi palabra de que avalaré su teoría.
- Bien, confío en ello, por otro lado durante estos días nosotros nos ocuparemos de su manutención, pero si usted no es lo suficientemente discreto como para que no le descubran le aseguro que se arrepentirá de ello, y por último una vez que se incorpore a la tripulación, además de las tareas que el capitán le encargue, a de buscar usted tiempo para realizar aquellas que nosotros le ordenemos en pago por nuestra colaboración con usted. ¿Lo ha entendido?
- Sí, señor, y le aseguro que no se arrepentirá.
- Eso espero, quien seguro que se arrepiente es usted, estoy convencido de que dentro de unos días deseará no haber abandonado en ningún momento su hogar, aproveche estos días para descansar lo máximo que pueda, por que lo que le queda por delante será como bajar a los infiernos.
- El trabajo duro no me asusta.
- Rodrigo, el trabajo duro no le asustará, pero le aseguro que aún no sabe lo que es el trabajo duro. En fin, si está de acuerdo con el trato sellémoslo con un apretón de manos.
- Muy bien, por cierto he de hacerles una pregunta caballeros. ¿Cuál es nuestro destino?
- Esa pregunta deberá hacérsela usted mismo en persona al capitán cuando lo conozca, aunque le recomiendo que se abstenga usted de formularla.

Continuará…

jueves, 29 de diciembre de 2011

Menudo Curro (Duodécima entrega)

Hoy descubrimos un pequeño misterio por el cual lleváis preguntándome un tiempo, aunque aún quedan algunas cosillas por ahí.

Menudo Curro


- Sí señora, lo comprendo, no se preocupe que como siempre voy a hacer todo lo que esté en mi mano por su hijo… Sí, tomo nota, la semana que viene le toca la revisión, de acuerdo, enseguida llamo, hasta luego señora que tenga un buen día.
- Buenos días, Clínica de investigación Schellink, ¿En que puedo ayudarle?
- Hola buenos días, me llamo Alfredo García y llamo en relación a un paciente suyo que la semana que viene le toca ir a revisión.
-¿Me puede indicar su nombre?
- Alfredo García, señorita.
- No, el suyo no, el del paciente.
- A usted disculpe, el paciente se llama Roberto, Roberto Secades.
- Un momento que lo busco en nuestra base de datos.
- Muy bien, gracias señorita.
- ¿Es usted familiar del paciente?
- No, soy su jefe.
- Disculpe, es que este tipo de información la hablamos directamente con el paciente o con sus familiares directos.
- Es que en este caso soy responsable de la investigación.
- ¿Fue su empresa quién contrató la investigación?
- No señorita, yo le explico. Su laboratorio contacto con nuestra empresa para que les localizásemos sujetos que pudiesen actuar como cobayas humanas en algunos procesos de investigación de nuevos fármacos en periodo experimental, y uno de esos sujetos fue uno de nuestros empleados, en concreto Roberto Secades, quién se sometió voluntariamente al tratamiento y la semana que viene le toca el control semestral y por eso le llamaba para pedir cita.


- ¿Entonces la semana que viene me toca el control médico de la empresa?
- Eso es Roberto.
- Pero a mi no me gusta que me saquen sangre ni me analicen, además no sé para que utilizan después todas esas muestras, quizás sacan mi cadena de ADN y forman un ejército clon.
- ¿A que esta semana estuviste viendo la guerra de las galaxias?
- ¿Y usted cómo lo sabe, jefe?
- Por nada, Roberto por nada. Además tengo que decirte algo en ese chequeo también te van a dar unas pastillitas que pueden tener algún efecto secundario, pero que si salen bien, van a conseguir que mejores mucho.
- ¿Con qué tengo que mejorar, Don Alfredo? Si yo estoy como un toro, ¿Quiere que haga unas cuantas flexiones o abdominales?
- No te molestes Roberto que no hace falta. Y ahora que estás aquí, tenía un trabajo que mandarte.
- Usted dirá.
- Coge una fregona y un caldero y recoge un poco de agua que hay en el baño.
- Ahora mismo Don Alfredo.
- ¡Robertooooo! ¡Robertoooooo!
- ¡Digaaaa jefeeee, que no puedo ir!
- ¿Dónde estás?
- En el baño.
- ¿Y puedo saber por qué está entrando el agua del baño en mi despacho?
- Es que hay un problema.
- Ahora voy para ahí.
- No hace falta jefe, ya lo tengo controlado.
- Pero ¿qué es esto?
- Es que cuando me mandó recoger el agua, vi que tenía una avería y la estoy arreglando
- ¿Y a llenar toda la oficina de agua llamas tú reparar?
- Es que el retrete estaba atascado y me puse a sacarlo para desatascarlo y encontré de todo jefe.
- No me lo cuentes, que no tengo ningún interés en saber la cantidad de inmundicia que pudiste encontrar, pero ¿tú entiendes de esto?
- Sí Don Alfredo una vez vi como lo hacía un fontanero que vino a casa.
- Claro, claro y aprendiste por ciencia infusa, ¿Y por casualidad no verías al fontanero cerrar la llave de paso antes?
- Sí, Don Alfredo, y ya lo hice.
- Muy bien Robertín, y me puedes explicar si cerraste la llave de paso ¿cómo es posible que esté todo inundado?
- Es que el retrete estaba muy duro, y al sacarlo tuve que tirar con fuerza y sin querer se rompió la llave de paso, y también se rajó un poco el retrete.
- Muy bien eso es lo que yo llamo un servicio completo ¿La llave que ese rompió es la general?
- No sé, Don Alfredo, yo no entiendo mucho de graduación militar, pero la llave que se rompió es la que corta el agua para toda la oficina, fue sin querer.
- Tú eres un invocador de desgracias, llamarte gafe es poco.
- Y por eso no me puedo mover, porque estoy taponando la llave general que llama usted, para que salga menos agua, por que si la dejo suelta, el agua sale a chorro.
- pero si sale igual, si voy a tener que andar por la oficina en madreñas, ¿Y se pude saber cuanto tiempo llevas ahí?
- Una media hora, pero yo creo que ya tiene que parar enseguida, por que no le debe de quedar mucha agua al depósito, y después con un poco de cinta ya se lo arreglo Don Alfredo.
-¿Qué depósito ni que cinta? Si aquí no tenemos depósito.
- ¡Claro, ya me parecía a mi, por eso no deja de salir! Es que en casa e mi tía la del pueblo, el agua viene del depósito y entonces cuando se acaba…
- Lo que se me acaba a mi es la paciencia, voy a llamar al ayuntamiento para que nos corten la traída general. ¿Por qué si no qué hago?
- Yo creo que lo que debería hacer es recoger los papeles de la oficina por que acabo de ver un albarán pasar flotando.
- Serás animal, esta me la pagas.

Continuará…

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Mares de silencios

Mares de silencios


Mares de silencios,
Lunas de incomprensión,
Ríos de incomunicación,
Estrellas de tabúes,
Lagunas de mutismo,
Galaxias de equívocos

¿Es nuestra naturaleza la soledad?

viernes, 23 de diciembre de 2011

Felices Fiestes

Queremos ye posible,
sentimos ye posible,
ser llibres ye posible,
faigamoslo realidá,
que les bones intenciones,
tornense n'aicciones

jueves, 22 de diciembre de 2011

Menudo Curro (Undécima entrega)

Como quien no quiere la cosa llegó la navidad un año más, ya sabéis ese invento para vender más y hacernos más tiernos, ¿o quizá no? De todas formas disfrutad de las fiestas y de lo que no son las fiestas.


Menudo Curro

- ¿Se puede saber qué haces así vestido?
- Lo que usted me mandó, jefe.
- ¿Cómo qué lo que yo te mandé?
- Sí jefe, usted me dijo que me disfrazase.
- Pero no te dije que te vistieses de espermatozoide.
- No soy un espermatozoide jefe, soy un reno albino.
- ¿Qué eres qué?
- Un reno albino jefe, los renos son los que conducen el trineo e Papa Noel, y albino quiere decir que es entero blanco.
- Ya sé lo que quiere decir, pero como vas a ser un reno, si eres igual que un espermatozoide.
- Que no jefe, que los espermatozoides tienen la cola más larga, ¿ve este rabito que tengo aquí atrás?, es más corto, por que es de un reno. ¿Quiere tocarlo?
- ¡No, no quiero tocarlo! ¿Y si eres un reno, dónde están los cuernos?
- Es que se los quité, como últimamente usted está tan sensible con eso de los cuernos.
-Te voy a dar yo a ti cuernos. ¿Tú crees que te puedes presentar así delante de mis hijos? Te dije bien claro que te disfrazases de Papa Noel para darles una sorpresa.
- Es que no quedaban trajes de Papa Noel, y los que había no me valían, además el último gorro que había me lo robó un delincuente.
- ¿Cómo que te lo robó un delincuente?
- Sí, Don Alfredo, Yo tenía el último gorro que quedaba y entonces vino el delincuente, clavó sus dientes en mi mano y se llevó el gorro.
- Ya, el viejo truco de la mafia rumana, y me puedes decir ¿qué edad tenía el delincuente?
- Pues no lo sé jefe, no se lo pregunté.
- Me imagino que era un mocoso.
- yo lo metía en un reformatorio.
- Tú metías en un reformatorio a todos los niños que encontrases. Me parece que lo de hoy no es buena idea, quizás lo mejor es que te vistas y te marches, ya les daré yo los regalos a los niños, no quiero que su recuerdo de mayores de la navidad sea un zopenco vestido de burbujita de freixenet, pero en blanco.
- Pero si puede ser un recuerdo muy bonito, además este traje me estiliza mucho
- Deja de decir tonterías y trae los regalos.
- ¿Qué regalos jefe?
- Los que te mandé que compraras, para que los niños no me viesen con ellos y los descubriesen.
- No jefe, está usted equivocado, a mí no me mandó comprarle nada.
- ¿Cómo que no? Si te llamé al teléfono.
- Llamaría usted a otro Roberto
- ¿Cómo voy a llamar a otro Roberto? Te llamé a ti y te dejé el mensaje en el contestador del teléfono ¿Es qué no lo oyes?
- Es que le dejé el teléfono a mi madre, siempre se lo dejo en casa por si pasa algo y tiene que llamarme.
- Serás burro, y si le dejas el teléfono ¿Adónde te va a llamar?
- Pues al suyo jefe, se lo di por si pasa algo.
- Lo que va a pasar es que te voy a estrangular, a ver como resolvemos ahora lo de los regalos.
- No se preocupe jefe que eso lo arreglo yo en un momento.
- ¿Se puede saber qué haces quitándote un calcetín?
- Es para hacer una marioneta de manos. Es muy divertido y seguro que les gusta, a mí de pequeño me encantaban, las guardo todas en la habitación.
- En el museo de los horrores dirás, haz el favor de guardar ese calcetín asqueroso, ¿tú te crees que me piden una consola y un helicóptero y voy a regalarles un calcetín sudado? Además este año que no está su madre tengo que hacerles unos buenos regalos, no vaya a ser que ella les compre algo mejor.
- Pues le digo una cosa jefe, lo del calcetín mola mucho, y eso que me dice es el típico trauma del padre divorciado, debería usted superarlo.
-Anda doctor Freud, déjate de analizarme y vete a comprar los regalos.
- Don Alfredo, pero si a estas horas ya está todo cerrado.
- Pues los pintas, o los robas, o haces lo que te salga de las narices, pero mis hijos no se pueden quedar sin regalos. Y no se te ocurra traerme calcetines usados, ropa interior de colores ni nada parecido.
- Pues es una pena, por que con las copas de los sujetadores se puede hacer…
- ¿Tú te crees que a mí me importa un pepino lo que tu haces con las copas de los sujetadores? Haz el favor de ir a buscar los regalos, y más te vale no fallar y venir pronto.
- De acuerdo jefe, ¿y para usted quiere algo?
- Sí un empleado inteligente, mira a ver si hay alguna oferta.
- Vale, jefe.
- ¿Qué esperas?
- Es que no tengo dinero.
- Toma, y llévate el coche.
….
- Me apetece darte tal paliza que te van a salir moratones hasta en la foto del carné de identidad.
- Jefe, fue lo mejor que encontré.
- ¿En que contenedor?
- Lo compré en un chino, que era lo único que estaba abierto.
- Seguro que fue el mismo que en el que compraste el traje y que ya te hacen descuento, por que debes de ser el único cliente que compra lo que no venden los chinos.
- ¿Y cómo les voy a dar esto a mis hijos?
- Eso no es problema, me presento allí y se lo doy yo
- Esa era la idea si hubieses vestido de Papa Noel.
- Les decimos que Papa Noel tiene mucho trabajo y que mandó a su reno albino.
- Claro y les decimos que los renos albinos sin cuernos hablan de la que hacen el reparto de los juguetes.
- Don Alfredo es que usted no se está impregnando del espíritu navideño, en la navidad todo es posible y el reno es un reno mágico.
- Lo que me estoy impregnando es de una mala hostia…
- Lo ve, así no vamos a ningún lado
- yo contigo a cuantos menos sitios vaya mejor. Venga vamos a hacer lo que dices, ya de perdidos al rio.
….
- Roberto he de reconocer que no estuvo tan mal, al final los niños lo pasaron bien, le sorprendieron los regalos y tú no fuiste un reno tan malo. A ver si esto va a ser tu vocación.
- No Don Alfredo, ya sabes que yo y los niños no nos llevamos.
- Nada hombre que lo hiciste muy bien, déjame darte un abrazo y desearte felices fiestas.
- Gracias Don Alfredo, igualmente.
- Roberto
- ¿Diga jefe?
- ¿Qué llevas tan duro en el bolsillo?
- Es un trozo de hierro jefe, ¿Tiene usted pegamento de ese que lo pega todo?
- ¿Para qué lo necesitas?
- Es que el trozo de hierro es de su coche
- ¿Qué? ¡La madre que te parió, desgraciado, animal, alcornoque!

Continuará…

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Poema

Bono, facía tiempo que nun espublizaba na llingua de nueso, asina que dexo esti poema.

Llegara'l tiempo



El cumal ta enlleno de ñeve,
Llegara’l tiempo  de fundise.
El to coral ta enlleno de refuges,
Llegara’l tiempo de fundise.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Destino desconocido (historia por partes)

Hoy casi se me acaba el día y no llego a tiempo para publicar, pero al final, lo conseguí

Destino desconocido

Estaba acodado en la borda del barco, viendo como el viento hacía avanzar a la nave, que a su vez rompía el agua y producía ondulaciones a lo largo del casco. Había tenido un día duro en la cocina, parecía como si el partir del puerto y los días que la tripulación había permanecido en tierra, hubiesen incrementado el apetito de toda la tripulación, así que el abundante trabajo le impidió poder vigilar la entrada de la bodega de la forma que a él le hubiese gustado. El ruido ya conocido del mar le acompañaba mientras disimuladamente observaba la entrada buscando su oportunidad para acceder a su interior, sin levantar sospechas. Cuando por fin lo consiguió, entró de forma sigilosa e instintivamente buscó con la mirada el plato que había dejado el día anterior. Cuando lo vio vacío, se armó de valor y grito a la oscuridad de la bodega.
– Está bien, se le ha acabado el juego, arriba le están esperando, así que haga el favor de salir de su escondite y no presentar ningún tipo de resistencia, en caso contrario, mis compañeros darán cuenta de usted.
De la que pasaba al lado de la entrada de la bodega, le pareció sentir la voz de Alfonso dentro de la misma, así que decidió gastarle una broma. Siempre se había llevado bien con él, desde el primer día que coincidieron en el barco, Alfonso era un grumete muy trabajador y vivaracho, siempre se le veía alegre y nunca protestaba por nada, a pesar de que su ración fuese escasa o el trabajo fuese más duro que el de otros niños de la tripulación. Nunca perdía detalle de lo que hacía la marinería y transmitía su amor por el mar y por esta vida tan dura. Sus ojos oscuros siempre estaban pendientes del mínimo detalle y su cerebro asimilaba rápidamente lo que veía, de esta forma aprendía rapidísimamente y no pasaba desapercibido para nadie, algo que al mismo tiempo y para su desgracia, solo le acarreaba un aumento en sus tareas diarias. En cierto modo el pequeño grumete le recordaba a él mismo hacía casi una década
. Bajó las escaleras en silencio y se situó por detrás del grumete y antes de que este pudiese percibir el más mínimo movimiento, le inmovilizó los brazos y le tapó la boca con sus manos.
- Es usted hombre muerto, querido Alfonso.
El muchacho, empezó a temblar de miedo, giró su cabeza y al ver el rostro conocido y familiar de Felipe, emitió un grito de alegría que quedó ahogado entre las manos de su compañero.
- ¿Qué haces aquí solo? ¿Y por qué estabas gritando?
- No estoy solo, arriba me espera una parte de la tripulación, bien armada y dispuesta a dar su merecido al polizón.
- ¿De qué polizón hablas? ¡Si arriba no hay nadie!
- ¡Shhhhhhh! ¡Callate! – dijo Alfonso entre murmullos -  ¡ Vayamos a cubierta marinero, que el oficial al mando ya le explicará la situación!
- Me preocupas Alfonso,  ¿a que juegas?.
El grumete agarró del brazo a su amigo y trató se sacarlo de aquella bodega para poder hablar tranquilamente, aunque la resistencia de Felipe y la mayor corpulencia de este, hacía baldío el esfuerzo del primero.
- ¿Quieres dejar de tirar de mí?, hay que ver lo raro que estás hoy.
- Hazme el favor de salir fuera.
Una vez en cubierta, Alfonso se apresuró a asegurar la salida de la bodega, y se llevó a su acompañante para poder hablar.
 Le llevó un tiempo que Felipe comprendiese la situación, pero una vez que lo consiguió,  este le tranquilizó y le encargó traer de la cocina tres platos con comida y una bota de vino.
Cuando regresaron a la bodega, el polizón alarmado y sorprendido en parte por lo que había visto y escuchado con anterioridad, les siguió atentamente, y pudo ver como se sentaban en el suelo con la espalda apoyada en las cajas y se disponían a comer, también pudo ver que parecían esperara a alguien ya que habían situado un tercer plato enfrente de ellos.
- Esta bien – comenzó a decir Felipe- está claro que sabemos que se esconde en la bodega, y que aún no hemos dado parte de su presencia, así que le aconsejo que se una a nosotros para comer, ya que al fin y al cabo está en nuestras manos, y además tarde o temprano tendrá que hacerlo, por que el hambre se lleva mal en soledad. Así podremos hablar y decidir entre todos que hacemos.
Los dos miembros de la tripulación empezaron a merendar y beber el vino con una actitud que dejaba a las claras que aquella comida no duraría demasiado.
- Como puede comprobar la comida está deliciosa, tenemos uno de los mejores quesos de Italia, un buen vino francés y buenos embutidos portugueses, somos de lo más internacional, así que haga el favor de salir de donde quiera que esté y únase a nosotros para que podamos hablar, tiene mi palabra que no sufrirá ningún daño.
Tanto Felipe como Alfonso, pensaron que no les quedaba más remedio que informar al capitán, después de no haber obtenido ninguna clase de respuesta, así que terminaron la comida, recogieron los utensilios, se despidieron de las sombras y se pusieron en pie para salir de la bodega.
Cuando se disponían a hacerlo, entrecortada por la luz que entraba del exterior vieron la silueta de un chiquillo que permanecía de pie frente a ellos.

Continuará.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Sentimientos

Hoy tocaría la siguiente parte de destino desconocido, pero no he podido terminarla, así que la publicare el próximo lunes. Disculpad.


Sentimientos.


Podría vivir sin sentimientos,
pero después de haberte conocido,
sentiría morir.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Menudo Curro (décima entrega)

Menudo Curro





- ¿Te quieres quitar de aquí?
- Es que no hay otro sitio Don Alfredo.
- Pues lo inventas, no pienso pasarme toda la cena de navidad de la empresa a tu lado.
- Don Alfredo, pero es que los demás sitios ya los cogieron.
- ¡Como que son tontos!, y van y te dejan a ti, aquí a mi lado. Bueno, siéntate pero te advierto que no me toques las narices en toda la cena.
- Sí, Don Alfredo, no se preocupe que va a estar muy contento de mí.
- Y eso fue lo que me dijo, y menuda noche lleva, ponme otra copa por favor  Laura, antes de que regrese del baño y me la amargue.
- Jefe, ¿está tomando otra copa? ¡A ver si le va a sentar mal!
- Mal, dices, peor no me puede sentar.
- Jefe que yo lo digo por usted, que me preocupa, ya sabe que yo le quiero mucho.
- Sí ya sé que me quieres mucho desde que probaste el vino, que no paras de decirlo, haz el favor de no beber más
- ¡Ah, no, eso no! A mí no me gusta que mis amigos beban solos.
- ¡Que no soy tu amigo, que soy tu jefe! Y además es lo que quiero, tomarme una copa tranquilamente; si ya se marchó todo el mundo y eres el único que sigues pegado a mí.
- Es que yo le quiero mucho jefe.
- ¡Que pesadilla! ¡Hay que ver lo cariñoso que te pones cuando bebes!
- ¡Eso sí, jefe!, mi madre siempre me dice que soy muy cariñoso, ya desde niño. ¿Quiere que le dé un beso, Don Alfredo?
- Pero ¿cómo voy a querer que me des un beso? Lo que quiero es que me dejes solo. ¿A ti por qué se te ocurre pensar que yo voy a querer un beso tuyo?
- No sé Don Alfredo, es que como lo veo tan triste, y ahora que su mejer le dejó y encima está la navidad al caer, pues no sé, pensé que quizás necesita cariño y para eso estoy yo aquí.
- Sí necesito cariño, antes se lo pido a una mula… ¿Pero ahora que te pasa? ¿Qué estás llorando?
- Sí, Don Alfredo, es que yo le quiero mucho, y usted me dice esas cosas.
- ¿Pero qué quieres que te diga majadero? Si es que me sacas de quicio, y menuda noche me estás dando. ¿Qué quieres que te diga, que yo también te quiero mucho?
- ¡Oiga, Don Alfredo, no se confunda!.
- ¿Qué no me confunda? ¿Pero qué insinúas? ¿Pero si eres tú el que no para de decirme que me quiere?
- Sí Don Alfredo, pero no de esa manera
- ¿De qué manera?
- De esa que dice usted
- Pero si yo no dije ninguna, yo solamente te decía que si lo que querías era que te dijese eso.
- ¿El Qué?
- ¡Que te quiero!
- ¿Qué usted me quiere? ¡Muchas gracias Don Alfredo! ¡Yo a usted también! Y digo yo jefe, ya que nos queremos tanto,  ¿Puedo llamarle Don Alfredín, es que me parece más cariñoso.
- ¡Ni Don Alfredín, ni leches! ¡Y deja de beber que no dices más que tonterías y me estás volviendo loco!
- ¡Sí, Jefe! ¡Brindo por usted!
- Brinda por lo que quieras, pero con tú copa, que esa es mía.
-¡Uy, usted perdone! Mejor me voy a bailar un poco que así me despejo.
- Mira, es lo más inteligente que te oigo decir en mucho tiempo, anda tira.
- Enseguida vuelvo jefe, no me eche mucho de menos. Por cierto jefe, es usted un tío de puta madre, y le quiero mucho jefe.
- ¿Pero qué hice yo, para aguantar esto? Anda vete a bailar un poco, a ver si me puedo acabar la copa de una vez.
- ¡Ya estoy de vuelta! Y vengo con estas dos amigas que quieren conocerle jefe.
- Roberto majete, ven un momentín que quiero decirte algo a solas.
- Sí, jefe, usted dirá. ¿A qué están buenas? Además ya les conté lo suyo
- ¿Lo mío, qué es lo mío?
- Sí, hombre, lo de su mujer, que le puso los cuernos en la tele en directo, delante de toda España.
-¿Pero a ti cómo se te ocurre decir esas cosas?
- Pues a ellas les interesó mucho, no sé que decían de enrollarse con usted y luego ir al sálvame.
- ¿Pero tú estás bien de la cabeza?
- Oiga jefe, que si no le gustan, busco otras, o si no me enrollo yo con ellas.
- ¿Pero qué estás diciendo? Ni vas a buscar otras como si fueras un perro de presa, ni te vas a enrollar con nadie, bueno eso es problema tuyo, pero a mí, me dejas al margen, vas a ir allí, te inventas lo que te dé la gana, pero a mí me dejas tomar mi copa tranquilamente, que es lo único que quiero.
- ¿Está seguro jefe?
- Sí estoy seguro.
- Bueno, pues hasta mañana jefe.
- ¿Te vas? ¡Menos mal!
- Sí jefe, voy a ver si tomo una copa con alguna de ellas.
- Muy bien Robertín, me parece muy bien.
- Hasta luego entonces jefe.
- ¿Pero si no acabé la copa y ya estás de vuelta? ¿Y eso?, ¿qué estás sangrando por la nariz?
- Sí jefe, es que ya sabe que en cuanto me pegan en la nariz enseguida sangro.
- ¿Y quién te pegó?
- Las dos chicas de antes, Don Alfredo.
- ¿Y eso? ¿No tenías intención de enrollarte con ellas?
- Yo sí jefe, pero creo que bebí demasiado y sin querer les vomité encima, y les estropeé los vestidos.
- Serás animal, anda toma una copa.
- No jefe, mejor un cola-cao.
- Lo que tú digas.
- Gracias, jefe. Le quiero mucho.

Continuará…

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Buscando (palabras encadenadas)

Hoy estoy...., bueno, mejor llegáis vosotr@s a la conclusión...


Buscando


Cabalgo montado en el desánimo,
rompiendo las barreras sociales,
sintiendo el rechazo a cada paso.
Miradas de anhelo y futuro,
silencios que gritan de rabia,
paredes pintadas liberadas,
y censores públicos honrados,
contradicciones del sistema.
Aún queda esperanza. 
Espero encontrarla

martes, 13 de diciembre de 2011

Oda Brossiana a Nel Amaro

 No descubro nada si digo que para mí Nel Amaro, además de un buen amigo, fue y es un referencia cultural, tanto literaria como conceptual, y artística. Ya se han dicho muchísimas cosas sobre él y sin duda son muchas las que quedan por decir, pero para introducir esta oda que hoy presento y que solo pretende ser un reconocimiento a dos grandes maestros dentro del mundo de la poesía visual, he de decir que una buena parte de la obra de Nel, estaba influenciada por otros creadores anteriores, como Marcel Duchamp, Yves Klein, y en buena parte Joan Brossa. Así que copiando el estilo y adaptando la oda de este último al Che. hoy os presento una oda a Nel Amaro.




Oda a Nel Amaro





A B C D   F G H I J K   M   Ñ O P Q R S T U V W X Y Z


viernes, 9 de diciembre de 2011

Destino desconocido (historia por partes)

Destino desconocido


-Un ruido le despertó, alguien estaba moviendo el barrote que impedía el acceso a la bodega, seguramente con la intención de entrar en la misma. Permaneció atento a lo que sucedería a continuación.
- Había burlado a los vigilantes que en vez de organizarse para controlar todo el barco, se juntaron a charlar y fumar para hacer más entretenida la noche en previsión de que sería una noche tranquila, su propia conversación, les impidió darse cuenta de los movimientos del grumete.
- Desde la oscuridad de su escondite y con el ángulo de visión que le daba estar situado en la zona de arriba, vio como un chico de aproximadamente su edad, entraba en la bodega y trataba de acostumbrarse a la falta de luz.
- Miró en todas las direcciones, tratando de encontrar algo que delatase la figura del polizón, sabía que a sus espaladas estaban las escaleras para salir de la bodega y que una voz alarmaría a sus compañeros que seguramente acudirían en su ayuda. Este pensamiento, le tranquilizó de alguna manera. Y le dio ánimos para seguir adelante con su plan.
-Le vio dudar y también pudo apreciar que llevaba un arma, posiblemente una espada corta, o un palo, desde esa distancia y en penumbra, no era capaz de distinguirlo. En la otra mano llevaba algo que parecía un cuenco.
- Sé que está ahí – dijo el grumete en un susurro- y me imagino que tendrá hambre. Le he traído algo de comida, fuera están vigilando y me han enviado a mí para hablar con usted. Así que debería  salir y mañana desembarcará y no será tratado como polizón. ¿Qué le parece el trato?
- Permaneció en silencio, allí había algo que no le cuadraba, si lo habían descubierto, ¿Por qué habían de darle una oportunidad de salir de aquella? ¿Por qué no hacerle regresar a tierra de inmediato? ¿Por qué no habían dicho nada durante el tiempo que estuvieron cargando la bodega? En aquel momento le hubiese gustado poder ver la cara del chico que tenía enfrente, quizás su expresión le pudiese dar alguna pista para resolver las dudas que tenía en ese momento.
- Esperó una respuesta, un movimiento que lo delatase, y ante la ausencia de cualquier indicio, el miedo se volvió a apoderar de él, quizás aquel polizón estaba preparándose desde las sombras de la bodega para atacarle en aquel mismo momento, un escalofrío le recorrió la espalda, pero trató de controlar su cuerpo para no transmitir la sensación de miedo que realmente sentía, involuntariamente se dio cuenta que estaba retrocediendo hacia la escalera. En un último intento susurró a la oscuridad – Bien, en vistas de que no quiere contestarme, voy a regresar junto con mis compañeros, mañana regresaré y deberá darme una respuesta si no quiere que pongamos patas arriba esta bodega y actuemos en consecuencia en el momento en el que lo encontremos.
-El ruido ya conocido de la barra de hierro asegurando la salida de la bodega, le confirmó que volvía a estar solo. Trató de reflexionar sobre lo ocurrido y de nuevo fueron muchas las preguntas que le surgieron. No le parecía normal que sabiendo que estaba en el barco le dejasen impune, tampoco era normal que aquel muchacho acudiese solo, sin ninguna luz y le hablase en susurros. Sonrió empezando a estar convencido de que de momento estaba a salvo, solamente tenía que evitar cometer un error hasta que se encontrasen en alta mar.
- Se dio cuenta de que su brillante plan hacía agua por todos lados, se había puesto en peligro y no había conseguido nada, por otro lado era posible que el polizón ya no estuviese en el barco quizás solamente había subido a buscar algo y mientras que cargaban la bodega había aprovechado el trajín para abandonar lo.
-Aquello había sido un error, a pesar de que se había dicho a sí mismo que debería evitar dar cualquier paso en falso que le pudiese delatar, su hambre le había traicionado, aquella comida era una tentación de la que le resultó imposible escaparse.
- Solamente había una persona a la que poder confesar la situación, por la mañana la buscaría y le contaría la presencia del polizón, sin duda él sabría como actuar.
- Una vez mitigada en parte su hambre atrasada, regresó a su cubil y pasó una noche tranquila, demasiado tranquila para lo que aconsejaba su situación, pero el hecho de estar en un cobijo caliente y comido algo, hizo que por primera vez en mucho tiempo, estuviese a gusto, a pesar de sus paupérrimas condiciones.
- Le llevó toda la mañana tratar de escaparse de la cocina y de localizar a Felipe, cuando por fin lo encontró no pudo hablar con él, ya era media mañana, el resto de la tripulación y los oficiales que habían permanecido en tierra ya habían regresado y en ese momento, ni Felipe, ni nadie le hubiese podido prestar atención, porque todo el mundo tenía sus cinco sentidos puestos en la maniobra de alejarse de puerto para poner rumbo a su destino.
- Se sintió aliviado, el barco se movía, probablemente alejándose de lo que hasta ahora había sido su casa, pero que para él en cierto modo no era otra cosa que un infierno, solamente le quedaba aguantar lo suficiente para que al capitán del barco le resultase más útil quedarse con él a bordo o dejarlo en un puerto distinto al suyo de origen y en el que iniciar una nueva vida. Su objetivo estaba más cerca, aunque solamente ahora se daba cuenta de que quizás debería haber hablado con los marineros para tratar de saber cuál era su destino, no solamente se había embarcado hacia la aventura, si no que lo había hecho hacia un destino desconocido.

Continuará.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Menudo Curro (novena entrega)

Menudo Curro



- ¡Roberto!
- Diga jefe.
- Es domingo de noche, me tumbo tranquilamente en la cama, apago el teléfono para que no me moleste nadie hasta mañana. Solamente tengo trabajando en estos momentos a una persona, que eres tú, espero no tener ningún problema porque la función que tienes que desempeñar es sencilla. ¿Hasta ahí está todo claro?
- Sí, Don Alfredo como siempre. Usted es muy claro hablando.
- Parece ser que no soy tan claro, ¿me podrías explicar a qué se debe que encienda la tele y te vea salir en directo?
- Es por los del programa de televisión que están haciendo un especial.
- ¿Te están entrevistando como el tipo más torpe del mundo?
- No Don Alfredo, que el programa es de Iker Jiménez.
- Y ese señor, ¿Quién es?
- Es un investigador que hace un programa que se llama cuarto milenio, a mí me gusta mucho. ¿No sabe quién es? ¡Es muy famoso!
-  No, no sé quién es, yo solamente sé que no podía dormir, me pongo a hacer zapping y te encuentro en la tele en un programa especial en directo, así que enciendo el teléfono y te llamo para que me expliques que haces ahí.
- Espere un momento jefe que me dicen que después de la publicidad les tengo que guiar.
- Pero, ¿Adónde les vas a guiar tú, alma cándida? Si estás para no salir de casa. Haz el favor de explicármelo todo, y por cierto cuando vuelvan a conectar ponte de frente a la cámara que se vea bien el logotipo de la empresa y si puedes di algo bueno de nosotros. No, eso no, mejor que no digas nada, tú solamente preocúpate de que se vea el logotipo y ponte curioso.
- Don Alfredo, le noto nervioso.
- Como no voy a estar nervioso si te puede estar viendo media España y sé como las gastas.
- No se preocupe Don Alfredo, que si usted se pone nervioso a mí me pone más nervioso y bastante tengo con el fantasma.
- ¿Con qué fantasma, de qué hablas?
- Pues el fantasma del que le hablé el otro día.
- Ay madre, que lo veo venir, no me digas que estáis buscando un fantasma.
- Sí, Don Alfredo, yo creo que hoy tiene que aparecer de nuevo, he estudiado sus pautas y aparece tres días a la semana, los domingos, los martes y los jueves.
- Estás tú guapo para estudiar ninguna pauta. Haz el favor de explicármelo todo y sobre todo que hace ahí la televisión.
- La televisión la llamé yo para que grabaran al fantasma y le hiciesen una sicofonía.
- ¡La madre que te parió! ¿Pero tú por qué llamas a nadie y no me lo cuentas?
- Se lo quise contar, pero usted no me dejó.
- Pero ¿Cómo que no te dejé? Yo lo que no te dejaría sería llamar a la televisión para hacer el ridículo delante de todo el país.
- Sí, Don Alfredo, ¿No se acuerda cuándo le dije que no quería seguir limpiando de noche en este instituto?
- ¿El día qué me dijiste que te aparecía un fantasma?
- ¿Ve cómo se acuerda? Y usted me dijo, que buen fantasma estaba yo hecho y que no le molestase más con fantasmas, brujas, orcos ni dragones.
- Pues claro que te lo dije animal, como no te lo voy a decir, pensé que te querías escaquear de trabajar de noche. Pero como se te ocurre llamar a la televisión.
- Es que a mí me gusta mucho ese programa y cuando les conté que el fantasma nunca fallaba a su cita, decidieron hacer un programa especial en directo y venir a grabarlo para pillarlo infraganti.
- Infraganti nos van a pillar a nosotros, que lo estoy viendo venir, que seguro que se trata de algún gato callejero que entra a comer, o alguna cosa así. Haz el favor de disculparte ante todas esas personas y déjalo estar que vamos a ser el hazmerreír de toda España.
- ¿Cómo va a ser un gato, Don Alfredo? ¿Y qué viene a comer solo unos días?
- Yo qué sé Robertín, yo que sé. Los demás días tendrá desperdicios de los chinos o así. Tú hazme caso y haz lo que te digo.
- Don Alfredo, que esto se trata de una caso paranormal seguro al doscientos por cien.
- Si es seguro lo es al cien por cien, no al doscientos, pero no te lo voy a explicar ahora porque para anormal ya estás tú. Diles que desconecten que pongan un video de los Mohínos escocíos o lo que quieran, pero no sigas con esta locura.
- Don Alfredo, lo siento, pero le tengo que dejar que vuelven a continuar con la emisión en directo, pero no se preocupe que no es un gato, que los aullidos y gemidos que pega el fantasma no son como los sonidos de un gato, así que usted no se preocupe. Por cierto jefe, si me pasa algo mándele la paga a mi madre.
- ¡A tu tía la de Cuenca se la voy a mandar! ¡Roberto!...¡Roberto!... Pero si me ha colgado la desgracia humana esta. ¡No, no le preguntéis nada que el chiquillo no está para hablar! … ¿Quieres dejar de hacer el canelo y señalar el logotipo de la empresa con el dedo? ¡Y no me nombres en la tele en directo!..¿Qué si estoy contento? Mañana en cuanto te pille te voy a demostrar lo contento que estoy… ¡ No, no lo hagáis! No le sigáis, si está mal de la cabeza. ¡Por favor que alguien apague esa cámara, que se caiga el satélite, que pase algo!...Ay madre estoy histérico…¡ Dejad esa puerta!¿No se os ocurra abrirla?...¡Ya está, ya la cagamos!
- Sí jefe, dígame.
- Roberto.
- Jefe ¿Qué le pasa en la voz?
- Qué me están poniendo oxígeno, prepárate cuando te pille, te dije que no siguieras con el programa.
- Pero, Don Alfredo. Yo como podía saber que el director del instituto entraba de noche para acostarse con una tía.
- En cuanto me dejen tranquilo los del servicio de urgencias te voy a arrancar la cabeza.
- Pero jefe, no se preocupe mucho, usted descanse, además el director del instituto dijo que no nos iba a denunciar, así que no tendrá que gastar usted en abogados.
- En todo caso tendrías que gastar tú, no pensarías que esto lo iba a pagar la empresa. Aunque sí que tengo que gastar en abogados.
- ¿Por qué dice eso jefe? Si aquí no nos va a denunciar nadie, los de la tele dicen que el video igual lo venden a una productora X. Así que no necesita ningún abogado.
- Sí que lo necesito, la señora que estaba con el director es mi mujer.

Continuará…

viernes, 2 de diciembre de 2011

Destino desconocido (historia por partes)

Destino desconocido



Se despertó con las primeras luces, a pesar de todos sus esfuerzos, el sueño le había vencido. Una vez recuperada la consciencia, entre penumbras buscó donde esconderse, pudo apreciar que la bodega estaba más vacía de lo que había previsto, así que le costó encontrar un buen cobijo que le ocultase de cualquier mirada, al final lo logró moviendo con sumo cuidado algunas cajas que le servirían a modo de protección y se hizo un hueco entre la unión de las cuadernas con la separación entre bodegas. A continuación buscó unas viejas redes y unos aparejos y los colgó de forma que su escondite pasase desapercibido a simple vista.
Sintió como la actividad en el barco se reiniciaba con la claridad del día, y vio como desde el puerto salían las primeras embarcaciones con la tripulación necesaria para hacer atracar el barco. Seguramente el resto de los tripulantes aún estaban durmiendo en la ciudad, y descansando de la noche anterior. A lo largo de la mañana se irían sumando al barco para colaborar en el aprovisionamiento del mismo y si todo había ido bien en las negociaciones del día anterior, dejar el barco listo para partir esa misma noche. Aunque lo más probable es que el capitán lo aplazase hasta la mañana siguiente.
Allí arriba, donde se encontraba, en la parte superior de la bodega y justo por debajo de la cubierta percibió, como los marineros regresaban al barco e iniciaban la maniobra de aproximación al puerto. Aún le quedaba algún tiempo para mejorar su escondite, pero estaba convencido de que el vigía de la noche anterior informaría a sus superiores de su presencia y le obligarían a quedarse en tierra, terminando así con sus esperanzas de huir embarcado de su actual vida.
Se incorporó a sus tareas en la cocina y permaneció atento a cualquier noticia que le pudiese llegar sobre un polizón o un saboteador en el barco, a medida que pasaba el tiempo, sus emociones eran contradictorias, ya que por un lado le tranquilizaba que la faena del barco era la habitual, lo que indicaba que de mano no existía ningún tipo de sabotaje, y por otro lado le inquietaba la falta de noticias sobre la persona que la noche anterior les había abordado.
La muerte de sus padres, que se había producido por una mezcla de hambruna y de demasiado trabajo, le había dejado en manos de un tío para el cual representaba una carga y que había decidido hacer negocio con él, haciéndole entrar al servicio del señor conde. Algo que él sabía que supondría seguir pasando hambre y penalidades, y recibir palizas prácticamente a diario hasta que abandonasen su cuerpo reventado de trabajar en cualquiera de los campos del señor conde y todo a cambio de unas monedas que él jamás percibiría, pero que contribuirían a las ganancias del tabernero cuando diese de beber al alcoholizado de su tío.
La actividad fue claramente en aumento una vez que empezaron a cargar los barriles y las cestas de provisiones en el barco. A pesar de que ya estaban colocando las mercancías en la bodega, nada hacía entrever que habían encontrado a aquel intruso, la situación se estaba complicando, porque si no lo encontraban se saldría con la suya y para cuando lo descubriesen ya sería demasiado tarde, aunque a él lo que más le interesaba en este momento era continuar con su silencio.
Temió ser descubierto, pero parecía que los hombres tenían prisa por acabar su trabajo, que probablemente les llevaría la mayor parte del día y a pesar de que por un par de ocasiones estuvieron a punto de mover la vieja red, al final la forma de colocar y amarrar la mercancía en la bodega, hacía que hubiesen empezado a situar la carga en la zona en la que él se encontraba, así que enseguida quedó oculto de los marineros que seguían con su frenética actividad. Parecía que por primera vez en su corta vida, de apenas diez años, la suerte le acompañaba.
Después de un duro día de trabajo en la cocina, más encaminado a colocar las nuevas provisiones que a cocinar en sí, estuvo tentado de acercarse por la bodega, pero el miedo a ser descubierto como posible encubridor del polizón al final pudo más que su curiosidad y le hizo permanecer en su puesto.
Le seguía llamando la atención que no le hubiesen delatado, aquello seguramente se debía a algo, y llegó a pensar que probablemente el vigía había llegado a la conclusión de que le interesaba mantenerlo en el barco para una vez ya en alta mar o bien extorsionarlo, obligándole a trabajar para él, o bien descubrirlo delante de toda la tripulación para llevarse los méritos, porque la otra alternativa que le quedaba era la de que quizás tuviese intención de que muriese encerrado en aquella bodega. Fuesen cuales fuesen sus intenciones, estaba claro que tenía que buscar la forma de salir de allí lo más pronto posible y tratar de buscar un nuevo escondite, su vida podía depender de ello.
Vio como después de llenar la bodega hasta los topes cerraban la puerta de la misma, y fingiendo dar un paseo casual, se acercó a la cerradura y al igual que la pasada noche, la bloqueó de forma que si el intruso aún no había abandonado la bodega le fuese imposible hacerlo, de esta forma se aseguraba que al menos durante las próximas hora no pudiese causar ningún daño fuera de la bodega. Al anochecer debería hacer frente a sus miedos y buscar una solución que acabase con aquella situación de la que se sentía responsable.
El silencio se adueñó de la bodega, desde su refugio podía verla repleta, los hombres habían trabajado muy bien y muy rápido, era evidente que no era la primera vez que lo hacían y que disponían de la habilidad suficiente para realizar su trabajo de una manera eficiente. Si en el resto de las tareas resultaban igual de eficaces aquel barco estaba formado por una magnífica tripulación.
Poco a poco llegó la noche, tal y como él había previsto, el capitán ordenó anclar el barco alejado del puerto, una vez más dio permiso a parte de la tripulación para permanecer en tierra, aunque en esta ocasión la dotación que se quedaba en el barco era notablemente superior a la de la noche anterior, las guardias previstas eran más numerosas y la responsabilidad no recaía en manos de chiquillos.
El dolor de estómago provocado por el ayuno prolongado se hizo más fuerte, pensó en abrir algunas de las provisiones que le rodeaban, pero era consciente que eso supondría correr un riesgo mucho más alto de lo que se podía permitir, así que decidió calmar a su cuerpo procurando dormir y descansar hasta un nuevo día.
Esperó a que todo el mundo se fuese retirando a dormir, y en cuanto tuvo la certeza de que solamente quedaba en pie el turno de guardia, puso en marcha su plan.

Continuará.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Menudo Curro (octava entrega)

Menudo Curro



- Don Alfredo, tengo que hablar con usted.
- Dime Roberto, dime. ¿No vendrás a pedirme otro adelanto para alguna cosa rara tuya?
- No Don Alfredo, vengo a decirle que yo no puedo seguir así.
- A ¿qué te refieres?
- A que este trabajo es superior a mí, ya ni puedo dormir por las noches, solamente de pensarlo.
- Pero vamos a ver, si llevas una semana haciéndolo y por primera vez desde que estás en la empresa no he recibido ni una sola queja tuya. Yo creía que por fin había encontrado el puesto en el que encajabas como un guante.
- Y eso es otra, necesito guantes nuevos.
- Si todo el problema son los guantes nuevos no te preocupes, eso se soluciona. ¿Ya estás contento?
- No, Don Alfredo, es que para mí este trabajo es un suplicio.
- Y el resto de los que haces es un suplicio para mí.
- Pero es que necesito dormir.
- y vamos a ver hombre ¿por qué no puedes dormir?
- Tan solo de pensar en lo que tengo que hacer al día siguiente.
- Bueno, vamos a ver si lo entiendo, tú cuéntame que haces cada día.
- Pues me levanto, desayuno, saludo a mi madre, después me ducho…
- Roberto, me refiero a lo que haces en el trabajo.
- ¡Ah, eso!
- Sí, eso. Lo demás la verdad es que no me preocupa mucho.
- Pues verá. Yo llego al trabajo, y entonces el dueño de la casa me deja solo para irse a trabajar y cuidar de sus peques, como él dice.
- Te refieres a los perros.
-No, a todos los animales, tiene muchos  me manda que los atienda todos.
- A mí no se me ocurriría hacerlo, pero en vistas de que no tuve una queja en toda la semana, tampoco debes hacerlo tan mal, así que explícame dónde está el problema.
- Pues es que me estresan mucho Don Alfredo.
- ¿Cómo que te estresan?
- Sí, es que no me obedecen.
- ¿En qué no te obedecen?
- La tortuga por ejemplo, no hay manera de que venga a dar un paseo, y a la serpiente no me atrevo a ponerle la correa, aparte que tampoco sé muy bien cómo ponérsela.
- ¿Qué le pones una correa a la serpiente? ¿Y después que haces, te dedicas a peinar a los peces?
- No, Don Alfredo, que no es la época. Después doy de comer a los conejos, pero antes tengo que guardar a los gatos, porque quieren comerse el pienso de los conejos.
- Pero si tú lo que tenías que hacer era pasear perros. ¿ El señor para el que trabajas no se llamará Noé, por casualidad?.
- No, se llama Luis ¿Por qué?
-No por nada. ¿Y puedes explicarme cómo es que teniendo que pasear perros acabaste con toda la demás fauna?
- Es que Trosky es muy vago y muy grande.
- y ¿Quién es Trosky?
- Creo que era de la Unión Soviética, y tengo entendido que no se llevaba muy bien con Stalin, que era el que mandaba, de hecho dicen que le envió un sicario para que estando Trosky en Méjico…
- Pero ¿Qué narices me estás contando, animal? ¿Qué tiene que ver la Unión Soviética con los animales donde trabajas?
- Pero ¡usted me preguntó quién era Trosky!
- Sí, y tú casi me cuentas la guerra fría y la caída del telón de acero. Hoy estás de lo más locuaz, primero me cuentas lo que haces por las mañanas y ahora quieres darme una clase de historia.
- Yo no quiero contárselo, pero es que usted me lo pregunta Don Alfredo.
- Yo lo único que quiero saber es  por qué narices no estás paseando perros.
- Pues eso es lo que le estaba contando, porque Trosky es muy vago y muy grande.
- Vamos a ver Robertín. ¿Se supone que Trosky, es un perro?
- Pues claro, no va a ser un ternero. ¿Usted llamaría Trosky a un ternero o a un burro, por ejemplo?
- No, yo lo llamaría Roberto.
- Perdone que se lo diga jefe, pero tiene mal gusto para escoger el nombre de los animales.
- Y para escoger empleados también. Termina de contarme lo del dichoso perro, por favor.
-Pues como está mayor no le apetece mucho moverse, y pesa como un condenado y yo no puedo tirar de él y llevarlo de paseo, así que para aprovechar el tiempo de trabajo, hago las otras tareas, pero es que me estresan muchísimo.
- ¿Y no te podías dedicar a lo tuyo así no estabas estresado?.
- No hasta pasado mañana.
-¿Y qué se supone que cambia pasado mañana?
- Que me dejan la grúa.
- No me asustes ¿Qué grúa? ¿Y para qué la quieres? ¿Tú sabes conducir una grúa?
- Qué no es de esas, que es una grúa de hospital de las de levantar enfermos. La voy a utilizar con el perro, porque tiene malas pulgas.
- Y si tiene malas pulgas. ¿No es mejor qué utilices un bozal?
- ¿Un bozal? ¿Para qué voy a usar un bozal?
- Para que no te muerda.
- Pero si es muy bueno, lo único malo es que está lleno de pulgas y tengo que llevarlo al veterinario, porque creo que le hicieron alguna erupción,  pero como no puedo con él, por eso pedí prestada la grúa.
- Y digo yo. ¿No era más cómodo decirle al veterinario que fuese a la casa? Se le paga el viaje y ya está.
- Pues eso no lo había pensado.
- Sí estarías ocupado, haciéndole la permanente al pavo real.
- Don Alfredo, he de decirle que a veces me sorprende usted.
- Tú también me sorprendes Robertín, cada día más.

Continuará.