domingo, 14 de octubre de 2012

Corvera

De viaje por «las Trasonas»

El escritor y cuentacuentos Rogelio Crespo radiografía su niñez en una parroquia ahora dividida por una autopista que, a su juicio, genera «subpueblos»

 04:20  
De viaje por «las Trasonas»
De viaje por «las Trasonas»  
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Trasona,

Illán GARCÍA

Rogelio Crespo, de 41 años, vivió el primer año de su vida en Tamón. «Nos expropiaron la casa para hacer la autopista y llegamos así a Trasona», explica. «Mi abuelo sobrevivió a la guerra, a la postguerra y a las campanas (de Ensidesa)», apostilla. Este escritor y cuentacuentos afirma ser hijo de la «Fabricona», de padre gallego y madre de Cancienes. Desde que era niño, Crespo vivió en el barrio de El Pedrero y ya por aquel entonces notaba diferencias en «las Trasonas»: la de La Marzaniella y la de su barrio, la rural y la industrial, con las rivalidades y piquillas típicas de los pueblos.

LA NUEVA ESPAÑA comenzó hace una semana un recorrido por las parroquias del concejo vistas por corveranos vinculados, de alguna manera, al mundo artístico. Si hace unos días la sección se centró en las vivencias de la actriz y quiosquera María López, de Cancienes, esta semana se centra en el escritor y cuentacuentos Rogelio Crespo, que radiografía su paso por Trasona. Destaca la heterogeneidad de su parroquia casi incomunicada con el resto del concejo y que funciona, en ocasiones, como un barrio de Avilés. «Es un pueblo dividido por una autopista que genera subpueblos; es más, para ir de la iglesia al cementerio, los muertos se llevan en tirolina», bromea.

Cuando apenas tenía 8 años, Rogelio Crespo jugaba en el centro social mientras ensayaba un grupo de teatro. Respiraba cultura. «Faltaba uno en el grupo y me invitaron a participar. Me tocó ser el protagonista de la obra, "Un médico a palos", y tenía que hacer de gangoso. Al final me quedé como un miembro más del grupo teatral que dirigía Chema Chamorro, que era todo corazón», rememora Crespo.

Este cuentacuentos interesado por la cultura desde niño fue, además, un travieso confeso. «Había una fábrica cerrada de Montajes Asturias y nos dedicábamos a demoler las paredes, a tirar piedras y demás», relata. Eso sí, cuando llegaban las siete menos cuarto de la tarde, Rogelio Crespo siempre buscaba una excusa para ir a buscar la leche recién catada de la lechería de Xuaco, en El Pedrero. «Solíamos jugar a "piesbol", una especie de béisbol con el pie, pero cuando llegaba la hora de la leche tenía que ir a por ella para beberla recién catada, calentina», narra Crespo mientras esboza una sonrisa de satisfacción.

«Ahora ya no se ven vacas y antes apenas había aceras... Nos dedicábamos a varear colchones de lana», recuerda no sin nostalgia.

Las inquietudes políticas y culturales de Rogelio Crespo crecieron parejas al barrio obrero. «No es lo mismo nacer y crecer en Trasona que en Salinas y eso, a la hora de escribir o de actuar, claro que influye», afirma. Este escritor y cuentacuentos siempre fue un enamorado de la lectura, pero la obra que le abrió los ojos fue «La conjura de los necios», un ejemplar que consiguió tras ganar un concurso literario. Y entre travesuras, escritos y alguna que otra actuación teatral, Crespo, que nació bajo un puente -en el lugar donde habitaba en Tamón ahora pasa un puente de la autopista- , fue forjándose como persona.

«A Trasona, ahora, le falta vida, iniciativa y sangre. Este pueblo se muere de inanición cercenado entre la carretera general y la autopista», destaca en un tono un tanto pesimista. Sin embargo, el entorno del pantano de Trasona le da pie para la reflexión. De hecho, este lugar fue escogido por Rogelio Crespo para confeccionar un relato de las rutas literarias que hace un par de años organizó el Ayuntamiento. «Fue una pieza con toques de realismo mágico latinoamericano que daba un repaso de la historia de Trasona con personas fantasmas y, por supuesto, un homenaje a Silvino Prendes», explica Crespo, que ve como aquellos años de agitación cultural en la parroquia en los que tocaron «Stukas» y «Los Satélites» se van apagando paulatinamente.

Ahora, jugarretas del destino, Trasona lucha contra los ruidos que genera la autopista «Y» a su paso por la parroquia mientras Rogelio Crespo piensa en cómo lograr que se despierte esta parroquia. «En Trasona se pueden hacer muchas cosas y explotar el pantano como centro cultural y de ocio puede ser una de ellas», concluye este escritor y cuentacuentos que relata como si fuera ayer sus andanzas infantiles por esta parroquia corverana.