viernes, 2 de marzo de 2012

Que Placer (Cuentín)

Que placer


Nada importaba en ese momento, el tiempo dejaba de existir, pasando a ser simplemente una palabra sin sentido, incapaz de modificar la situación.
Su mirada perdida le delataba, por su cabeza no pasaba otra cosa que aquel instante, que el acto mismo en sí, todo su cuerpo y sus sentidos se preparaban para la explosión de éxtasis que sabía que recibiría.
Durante todo el día deseaba con todas sus fuerzas la llegada de ese momento, sentir el placer que inundaba su cuerpo, la relajación y alegría posterior. Cada momento del día lo pasaba esperando poder terminar sus obligaciones para llegar a su casa, encontrarse con su mujer y después entregarse al placer físico.
A pesar de que en los últimos tiempos, el acto se había vuelto mecánico, y casi con un horario prestablecido, eso no había logrado que en él se perdiese el más mínimo interés. Es más podría afirmar que se sentía mucho más contento de haber logrado esa precisión, ya que de algún modo le ahorraba muchas molestias. Y al fin y al cabo, él siempre había preferido hacerlo en la intimidad de su casa; en ese punto era diferente a su mujer, que no tenía ningún tipo de problema en aliviarse se encontrase donde se encontrase. Así pues ahora que por fin había conseguido esa regularidad, no pensaba renunciar a seguir tomando esa fibra que tanto placer le conseguía.

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