Cadarma de fierro
ficiste lo que
güei ye esti pueblo.
Muncha xente ganóse la vida,
y otra muncha perdióla,
a la gueta d'una salida,
nes campanes y n'accidentes llaborales.
Yo que criéme en Tresona,
y soi fíu de la to colada
siento como agora t'abandona
tola xente que medró a to costa
N'estos tiempos tan duros
el to destín y el del mio pueblo,
quieran que non, van xuntos.
Y esmolezme'l sabelo.
¿Si ye'l fin de la fabricona,
sedrá'l fin de Tresona?
miércoles, 7 de marzo de 2012
martes, 6 de marzo de 2012
lunes, 5 de marzo de 2012
Destino desconocido (historia por partes)
Para Rodrigo, un sitio como Gibraltar, resultaba totalmente fascinante, era la población más grande que hubiese visto en su corta vida, y si a eso le añadíamos el intenso comercio existente en la misma, así como el intercambio de gentes y culturas, convertía en casi mágica la ciudad ante los ojos del pequeño.
Quería echar a correr por todo el puerto, entrar en cada uno de los establecimientos que veía, compartir su vida con cada persona que se encontraba, conocer de primera mano las casas de sus habitantes, salir corriendo y recorrer cada uno de los rincones de aquella ciudad que le acogía con un bullicio, una vegetación y un clima tan diferente al de su pueblo natal.
Alfonso sonreía al ver el entusiasmo de su compañero, y al ver su reacción trataba de controlarlo e imponer cordura, a pesar de sus once años y de solamente sacarle uno de ventaja, se sentía como todo un veterano que guiase a un inexperto e inocente niño en su aventura de descubrir el mundo.
Primero se adentraron por el puerto, donde pudieron coincidir con algunos compañeros del barco que se disponían a buscar una buena taberna donde beber, encontrar comida, y a ser posible cama con compañía. Fueron pasando por delante de los distintos establecimientos, algunas de las fachadas de los edificios estaban ocultas por los puestos de mercancía que se situaban delante de los mismos, todo la ciudad parecía rebosar un ambiente especial, Rodrigo aún no lo sabía, pero la llegada de un navío a un puerto que vive prácticamente del comercio y del dinero que logran sacar con mejores o peores artes a los miembros de la tripulación, hace que todos los habitantes se apresuren a la hora de conseguir sus objetivos.
Así pues con la llegada del barco, la ciudad se puso en movimiento como si el sonido de un silbato hubiese acabado con sus horas de duermevela y ahora hiciese que toda la ciudad apareciese en una especie de danza bien sincronizada.
A Rodrigo le llamó la atención la mezcla de colores, y olores que podía apreciar, se paraba en cada uno de los puestos que encontraba y observaba, las diferentes frutas, tallas, instrumentos que no conocía y aves y animales que para él resultaban totalmente extraños.
Tal era la excitación del muchacho ante tal cúmulo de novedades que Alfonso se vio obligado a arrástralo a un lugar algo apartado y advertirle de los peligros que corría comportándose de ese modo.
En aquella ciudad no existía el mismo espíritu de camaradería que en el barco, es más, una vez en tierra, hasta sus propios compañeros podrían llevar a cabo acciones que le resultasen extrañas, tales como no auxiliarles en caso de necesidad, no reconocerles o simplemente entender que en una situación de desventaja cada cual debía de tratar de salvar su pellejo.
Estas actitudes tan poco propias de los hombres que él había conocido hasta ahora, en algunas ocasiones, las menos, venían dadas por un sentido práctico de supervivencia, pero en la mayoría de las ocasiones era un efecto de una excesiva ingesta de alcohol, que era la principal diversión y ocupación de los marineros una vez en tierra, y más si esta estancia venía precedida por una larga travesía y a sabiendas de que se prolongaría por poco tiempo.
De esta forma la tripulación que antes había permanecido unida y juntado sus esfuerzos por sacar adelante las órdenes del capitán se convertía en tierra en pequeños grupos solitarios que perdían toda la fuerza que les daba esa unión del barco, siendo así objetivo de las personas que trataban que su regreso al barco se produjese con los bolsillos vacíos.
A Rodrigo todas aquellas reflexiones de su amigo le parecieron superficiales, y creyéndose capaz de no caer en ninguna tentación, le dio la razón a su amigo, sabiendo de antemano en su fuero interno que no dejaría de disfrutar de su estancia, ya que él no sería presa de ningún tipo de engaño.
De la que volvían a la zona del mercado, Rodrigo comentó con su acompañante la conversación que había mantenido con el capitán, y que estaba pensando continuar embarcado.
Alfonso celebró, conocer esa noticia y le advirtió que entonces necesitaría hacer algunas compras para poder equiparse de forma adecuada, para la próxima travesía. En ese momento, Rodrigo recordó los consejos de Don Álvaro de Guzmán y ambos amigos decidieron realizar las compras pertinentes.
El plan del día era claro, dedicar lo que quedaba hasta el mediodía a buscar los puestos más ventajosos para realizar sus compras, comparando productos y posibles precios antes de un regateo, después buscar un buen sitio donde comer, para por la tarde realizar las compras, dar una vuelta conociendo la ciudad y regresar al barco para pasar la noche, ahorrándose así los gastos de un hospedaje y evitando desagradables sorpresas nocturnas.
La primera parte de sus intenciones les salió redonda, a la hora de la comida ya disponían de una idea más o menos clara de donde realizarían sus compras durante la tarde. Ahora deberían encontrar un sitio para comer y descansar un rato antes de la tarde.
Decidieron buscar una casa de comidas algo hacia el interior, evitando la zona portuaria para ir conociendo algo más de Gibraltar, aunque en realidad era un sitio que se podía conocer mucho antes de lo que ellos pensaban.
Tampoco se alejaron mucho, por que no querían perder excesivo tiempo en regresar por la tarde.
Cuando estaban buscando el sitio donde comer, escucharon unas voces como de fiesta que provenían de un local cercano, ambos se miraron y de común acuerdo sin decirse una sola palabra, franquearon la entrada.
Una vez dentro del edificio comprobaron que estaban en una taberna con servicio de comidas, varias mesas estaban ocupadas por lugareños, o al menos por personas desconocidas para ellos, mientras que al fondo en un par de mesas contiguas, distinguieron a algunos miembros de la tripulación.
Se dirigieron hacia ellos y les solicitaron permiso para compartir la mesa y un momento después se encontraban sentados, siendo atendidos por el tabernero y sumados a la fiesta.
Continuará….
viernes, 2 de marzo de 2012
Que Placer (Cuentín)
Que placer
Nada importaba en ese momento, el tiempo dejaba de existir, pasando a ser simplemente una palabra sin sentido, incapaz de modificar la situación.
Su mirada perdida le delataba, por su cabeza no pasaba otra cosa que aquel instante, que el acto mismo en sí, todo su cuerpo y sus sentidos se preparaban para la explosión de éxtasis que sabía que recibiría.
Durante todo el día deseaba con todas sus fuerzas la llegada de ese momento, sentir el placer que inundaba su cuerpo, la relajación y alegría posterior. Cada momento del día lo pasaba esperando poder terminar sus obligaciones para llegar a su casa, encontrarse con su mujer y después entregarse al placer físico.
A pesar de que en los últimos tiempos, el acto se había vuelto mecánico, y casi con un horario prestablecido, eso no había logrado que en él se perdiese el más mínimo interés. Es más podría afirmar que se sentía mucho más contento de haber logrado esa precisión, ya que de algún modo le ahorraba muchas molestias. Y al fin y al cabo, él siempre había preferido hacerlo en la intimidad de su casa; en ese punto era diferente a su mujer, que no tenía ningún tipo de problema en aliviarse se encontrase donde se encontrase. Así pues ahora que por fin había conseguido esa regularidad, no pensaba renunciar a seguir tomando esa fibra que tanto placer le conseguía.
jueves, 1 de marzo de 2012
Menudo Curro ( Decimoctava entrega)
- ¿Sí, diga?
- Hola, Buenos días, mi nombre es Roberto y le llamo de Consulting Exprés corporation Hispania, ¿Tiene usted un momento?
- ¡No!
- Es solamente unas preguntas muy sencillas.
- Le he dicho que no tengo tiempo.
- Si solamente se trata de un cuestionario muy cortito, en un momento le dejo libre.
- No sea pesado ya le he dicho que no le puedo atender.
- Pero que más le da buen hombre, además así no me despiden, que está la cosa muy malita.
-No soy un hombre, soy una mujer.
- Usted disculpe es que con esa voz pensé que era un hombre, se nota que está resfriada.
- No estoy resfriada, mi voz es así. ¿Tiene algo en contra de mi voz?
- No, nada, nada, que voy a tener en contra de su voz. Es una voz muy característica con mucha personalidad, le queda a usted muy bien.
-¿ Y usted que sabe como me queda si no me conoce?.
- En eso también tiene usted razón, lo que pasa es que cuando alguien escucha por primera vez a otra persona se hace una imagen mental de esa persona.
- ¿Y qué imagen se está usted haciendo de mi?
- Ninguna, ninguna, señora, era solo un comentario.
-pero si dijiste que cuando alguien escucha a otra persona por primera vez se hace una imagen mental.
- Mi jefe dice que no hay que hacer mucho caso a lo que yo digo.
- A mi no me preocupa lo que diga tu jefe, quiero que me digas que imagen mental te has hecho de mi.
- pues no sé que decirle señora, al principio como pensé que era un hombre me imaginé a un señor con barba y tripa.
- ¿Tú eres un enchufado, verdad? Porque no me vas a decir que te dieron el puesto por tu diplomacia.
- Pero eso lo pensé cuando creía que era usted un hombre.
- ¿y después que pensaste?
- Pues le vi a usted como una musa.
- Eso me gusta más, ¿cómo una musa de que tipo, de escultura, de pintura, literaria?
- Como una musa de Botero
- ¿Y ese quién es?
- Un escultor muy conocido
- Pues yo no lo conozco, pero me gusta ser la musa de un escultor, con esas líneas que hacen y ese realismo que le dan a sus piezas. ¿Ves como cuando se es simpático las cosas van mucho mejor?
- ¿Entonces me va a responder a las preguntas?
- No, pero siendo simpático es todo mucho mejor.
- Pues a mi no me sirvió de nada. Aunque lo de Botero…
- Eso fue un detalle, he de reconocerlo, pero no me interesa comprar nada ni perder el tiempo por teléfono, así que no te voy a responder a ninguna pregunta.
-Pues estoy como estaba, ¿qué le importa? ¡Hágame el favor!
- Tu mismo, si quieres perder tu tiempo y hacerme perder el mio, adelante, pero agárrate que vienen curvas.
- Si es muy sencillo, ya verá
- Empieza, empieza.
- ¿Sexo?
- Bien gracias, tengo el mio y en el caso contrario me gustan bien curiosos, que funcionan igual que los pequeños, pero alegran la vista.
- No, me refería al suyo.
- ¿Y a ti qué te importa?
- Me refiero a que si es hombre o mujer
- ¿Y tú eres tonto o idiota? ¿No te dije antes que era una mujer?
- Ya, pero es que antes no estábamos haciendo la encuesta.
- ¡Ah, claro! Y como ahora si que la estamos haciendo entonces te quedas lelo y se te olvida lo que hablamos antes.
- No, no se me olvida, pero tengo que hacer las preguntas del cuestionario.
- ¿Pero si ya las sabes para que preguntas? ¡Que ganas de querer perder el tiempo!
- Es que me mandan
- Yo si que te voy a mandar, pero a la mierda.
- ¡Oiga señora! Un poco de respeto.
- Pues no preguntes chorradas.
- Lo que usted diga, continúo.
- continúa, continúa
-¿ciudad de residencia?
- ¿Cuándo?
-¿Cómo qué cuándo?
- Eso ¿Cuándo?
-Pues ahora, ¿Cuándo va a ser?
- Pues podía ser ayer, o mañana.
- ¿Se mudó usted de casa?
- No
- ¿Y se va a mudar?
- ¿Cuándo?
- Mañana
- Depende
- ¿De qué depende?
- De si me toca la lotería.
- O sea que no se va a mudar de casa.
- Serás cenizo, ¿y tú que sabes si me va a tocar o no? Además esa pregunta está muy mal formulada, por que también puedo vivir en una caravana y cada día puedo cambiar de sitio.
- Pero ¿usted vive en una caravana?
- No
- Señora, me está mareando.
- Empezaste tú.
- ¿Cómo que empecé yo?
- Sí, fuiste tú quien llamó por teléfono
- sí para hacerle unas preguntas, pero es que no me está contestando a ninguna.
- ¡La madre que te parió!
- ¿Qué pasó ahora?
- Que estaba mirando por internet quien era el Botero ese mientras que hablaba contigo, ¡Desgraciado, sinvergüenza! ¡Te voy a denunciar a la empresa, se te va a caer el pelo! Y espera que se lo cuente a mi marido… ¡Oye…. Oye!... Pues no va y me cuelga el animal este, ¿cómo decía que se llamaba, ¡Ah sí, Roberto! Este se va a enterar, no sabe con quien dio…
Continuará…
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