- Hoy
no sufrirás de almorranas. ¿Sé puede saber qué es esto?
- Una
profecía Don Alfredo.
- ¡Anda
mira, resulta que tenía al primo de Rappel trabajando conmigo y no me había
dado cuenta.
- Pero
es lo que usted me mandó.
- No
empecemos con que es lo que yo te mandé, por que cada vez que empiezas con esa
cantinela, solo sirve para tratar de justificar los líos en los que me metes.
- Yo
solo hacía mi trabajo.
- ¿Y
desde cuando tu trabajo consiste en hacer profecías? A ver si te tengo que
mandar a Centroamérica a descifrar el calendario maya.
- ¿Pero
eso no está ya descifrado?
- Bueno,
no vamos a entrar por ahí que te conozco y nos desviamos del tema, ¿se puede
saber a qué viene lo de la almorrana?
- Pues
a decir algo que puede pasar, como el que hoy se te va a pinchar una rueda del
coche, o a si miras detenidamente las estrellas durante cinco minutos por la
noche no sufrirás de flatulencia.
- ¿Qué
si miro qué…?
- Las
estrellas Don Alfredo.
- Ya te
oí, ya sé que dijiste las estrellas, pero dime que no pusiste eso.
- Sí,
Don Alfredo, ¿No le gusta?
- Pero
¿cómo me va gustar, si es una gilipollez?, además no tiene base científica
ninguna, como se va a quitar la flatulencia por mirar a las estrellas.
- Pues
mi abuelo decía que sí, que funcionaba.
- Ya sé
a quien saliste.
- Pero
mi abuela siempre lo reñía y nos mandaba pasar para casa para que no pasásemos
frio, luego mi abuelo se enfurruñaba y decía que si funcionaba, que así
soltábamos los gases mientras mirábamos las estrellas y no lo hacíamos en casa.
- No me
cuentes mas historias de tu familia que con conocerte a ti, ya tengo bastante.
- como
quiera Don Alfredo, pero eran muy simpáticos.
- Como
fuesen como tú, seguro que los vecinos no pensaban lo mismo. Pero volvamos a lo
nuestro, haz el favor de explicarme lo que hiciste antes de que tenga problemas
con la mitad de los residentes chinos.
-Pues
yo fui a trabajar como me mandó, y allí estaban dos chinos esperándome, me
dijeron en lo que consistía el trabajo, que no era otra cosa que escribir
papelitos con profecías para después meter dentro de las galletas de la suerte,
y allí había un chino que me dio un libro con las frases que tenía que poner.
- Bien,
evidentemente un trabajo fácil, por eso te mandé a ti, ¿y qué fue lo que salió mal?
- Que
aquellas profecías además de ser muy pocas, no valían.
- ¿Cómo
que eran pocas y que no valían?
- Sí,
jefe, solo había 50 frases.
- ¿Te
parecen pocas?
- Pues
claro, ¿no pensará que solo tenían 50 galletas?
- No lo
que pienso es que eres tonto. Esas frases se repiten y se meten en las otras
galletas.
- Pero
entonces en cuanto se acaben las primeras 50 galletas a todo el mundo le repite
la suerte, y eso no puede ser, ¿a usted le gustaría que su suerte fuese igual
que la de la persona que está sentada en la mesa de al lado en el restaurante?
- Si a
la persona que está sentada al lado le tocó la lotería, pues no me importaría
mucho compartir su suerte.
-
Mirándolo así.
- Pues
así es como hay que mirarlo, las galletitas son para pasar un rato de risas,
nadie se cree esas cosas.
-
¿nadie se las cree?
- Por
lo visto, tú sí.
- Pues
claro, lo que pasa es que lo que ponían los chinos no tenía mucho sentido.
- ¿Y lo
tuyo de las almorranas si?
- Pues
claro jefe, eso es algo que entiende todo el mundo, no como aquella frase que
tenían ellos, cuando bebas agua, recuerda la fuente.
- Así
que la cambiaste.
- sí y
la de las estrellas y la flatulencia la cambié por la de no puedes evitar que
el pájaro de la tristeza vuele sobre tu cabeza, pero si puedes evitar que anide
en tu cabellera.
- Que
gran cambio
-Ya
sabía yo que en explicándoselo lo entendería perfectamente, no hace falta que
me dé las gracias, además a mi personalmente me gustó mas otra que puse.
- ¿Y se
puede saber cual es?
- Los
chinos habían puesto, la puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse
abierta, y yo la cambié por, si dejas la puerta abierta cuando tiene que estar
cerrada, se te puede meter alguien en casa. ¿le gusta?
- No te
imaginas cuanto
- pues
arreglé otras como la de antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres
vueltas por tu propia casa. Y puse una muy guapa que decía Limpia bien tu casa,
que en la calle ya hay barrenderos. ¿Le cuento más?
- No,
no creo que lo pueda soportar.
- pues
puse una que le va a gustar, está relacionada con su primo.
- ¿Qué
primo?
-
Marcelino.
- ¿El
de la tasca?
- El
mismo.
- ¿Qué
armaste?
- Pues
aproveché para darle publicidad y en donde ellos ponían, excava el pozo antes
de que tengas sed, yo lo cambié y puse vaya a la tasca de Marcelino y probará el
mejor vino.
- tú no
estás bien de la cabeza.
- ¿No
lo hice bien?
- Pues
no, me acaban de llamar los chinos que nos mandan todas las galletas que
rellenaron con tus papelitos y que se las tengo que abonar, además me amenazan
con ponerme una demanda como se acaben las galletas y los clientes protesten,
así que te veo toda la tarde buscándote la vida y o bien les haces galletas con
los mensajes que a ellos les gustan, o bien sacas los papelitos que hiciste de
las galletas que nos mandan y los rellenas con otros.
- Vale
jefe, ¿pero no hay ninguno que le gustase?
Continuará….