miércoles, 19 de diciembre de 2012

¿Ye daqué Shakespeariano?


¿Vas ser tú?


Siéntome ensin puxu
Pa garrar el xugo,
Pa abrir la mio tierra,
Pa semar el futuro.
¿Quién va ser a facelo?
Hai que semalo, regalo
 y curialo con ciñu,
pa que nun seya como angüañu
pa que nun seya como nos
pa que seya lo que nagüabemos
de neños, cuando nun mos esmolecía
na más que cañicanos
nel cuellu de los nuesos pas.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Microcuento




Compraron la tranquilidad de su conciencia, al tiempo que buscaban su vestido para la cena solidaria.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Menudo Curro (vigésima entrega)


- Hoy no sufrirás de almorranas. ¿Sé puede saber qué es esto?
- Una profecía Don Alfredo.
- ¡Anda mira, resulta que tenía al primo de Rappel trabajando conmigo y no me había dado cuenta.
- Pero es lo que usted me mandó.
- No empecemos con que es lo que yo te mandé, por que cada vez que empiezas con esa cantinela, solo sirve para tratar de justificar los líos en los que me metes.
- Yo solo hacía mi trabajo.
- ¿Y desde cuando tu trabajo consiste en hacer profecías? A ver si te tengo que mandar a Centroamérica a descifrar el calendario maya.
- ¿Pero eso no está ya descifrado?
- Bueno, no vamos a entrar por ahí que te conozco y nos desviamos del tema, ¿se puede saber a qué viene lo de la almorrana?
- Pues a decir algo que puede pasar, como el que hoy se te va a pinchar una rueda del coche, o a si miras detenidamente las estrellas durante cinco minutos por la noche no sufrirás de flatulencia.
- ¿Qué si miro qué…?
- Las estrellas Don Alfredo.
- Ya te oí, ya sé que dijiste las estrellas, pero dime que no pusiste eso.
- Sí, Don Alfredo, ¿No le gusta?
- Pero ¿cómo me va gustar, si es una gilipollez?, además no tiene base científica ninguna, como se va a quitar la flatulencia por mirar a las estrellas.
- Pues mi abuelo decía que sí, que funcionaba.
- Ya sé a quien saliste.
- Pero mi abuela siempre lo reñía y nos mandaba pasar para casa para que no pasásemos frio, luego mi abuelo se enfurruñaba y decía que si funcionaba, que así soltábamos los gases mientras mirábamos las estrellas y no lo hacíamos en casa.
- No me cuentes mas historias de tu familia que con conocerte a ti, ya tengo bastante.
- como quiera Don Alfredo, pero eran muy simpáticos.
- Como fuesen como tú, seguro que los vecinos no pensaban lo mismo. Pero volvamos a lo nuestro, haz el favor de explicarme lo que hiciste antes de que tenga problemas con la mitad de los residentes chinos.
-Pues yo fui a trabajar como me mandó, y allí estaban dos chinos esperándome, me dijeron en lo que consistía el trabajo, que no era otra cosa que escribir papelitos con profecías para después meter dentro de las galletas de la suerte, y allí había un chino que me dio un libro con las frases que tenía que poner.
- Bien, evidentemente un trabajo fácil, por eso te mandé a ti, ¿y qué fue lo que salió mal?
- Que aquellas profecías además de ser muy pocas, no valían.
- ¿Cómo que eran pocas y que no valían?
- Sí, jefe, solo había 50 frases.
- ¿Te parecen pocas?
- Pues claro, ¿no pensará que solo tenían 50 galletas?
- No lo que pienso es que eres tonto. Esas frases se repiten y se meten en las otras galletas.
- Pero entonces en cuanto se acaben las primeras 50 galletas a todo el mundo le repite la suerte, y eso no puede ser, ¿a usted le gustaría que su suerte fuese igual que la de la persona que está sentada en la mesa de al lado en el restaurante?
- Si a la persona que está sentada al lado le tocó la lotería, pues no me importaría mucho compartir su suerte.
- Mirándolo así.
- Pues así es como hay que mirarlo, las galletitas son para pasar un rato de risas, nadie se cree esas cosas.
- ¿nadie se las cree?
- Por lo visto, tú sí.
- Pues claro, lo que pasa es que lo que ponían los chinos no tenía mucho sentido.
- ¿Y lo tuyo de las almorranas si?
- Pues claro jefe, eso es algo que entiende todo el mundo, no como aquella frase que tenían ellos, cuando bebas agua, recuerda la fuente.
- Así que la cambiaste.
- sí y la de las estrellas y la flatulencia la cambié por la de no puedes evitar que el pájaro de la tristeza vuele sobre tu cabeza, pero si puedes evitar que anide en tu cabellera.
- Que gran cambio
-Ya sabía yo que en explicándoselo lo entendería perfectamente, no hace falta que me dé las gracias, además a mi personalmente me gustó mas otra que puse.
- ¿Y se puede saber cual es?
- Los chinos habían puesto, la puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse abierta, y yo la cambié por, si dejas la puerta abierta cuando tiene que estar cerrada, se te puede meter alguien en casa. ¿le gusta?
- No te imaginas cuanto
- pues arreglé otras como la de antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa. Y puse una muy guapa que decía Limpia bien tu casa, que en la calle ya hay barrenderos. ¿Le cuento más?
- No, no creo que lo pueda soportar.
- pues puse una que le va a gustar, está relacionada con su primo.
- ¿Qué primo?
- Marcelino.
- ¿El de la tasca?
- El mismo.
- ¿Qué armaste?
- Pues aproveché para darle publicidad y en donde ellos ponían, excava el pozo antes de que tengas sed, yo lo cambié y puse vaya a la tasca de Marcelino y probará el mejor vino.
- tú no estás bien de la cabeza.
- ¿No lo hice bien?
- Pues no, me acaban de llamar los chinos que nos mandan todas las galletas que rellenaron con tus papelitos y que se las tengo que abonar, además me amenazan con ponerme una demanda como se acaben las galletas y los clientes protesten, así que te veo toda la tarde buscándote la vida y o bien les haces galletas con los mensajes que a ellos les gustan, o bien sacas los papelitos que hiciste de las galletas que nos mandan y los rellenas con otros.
- Vale jefe, ¿pero no hay ninguno que le gustase?


Continuará….

miércoles, 12 de diciembre de 2012

L'anicio'l fin


L’anicio’l fin


L’anicio’l fin,
Acabante de surdir
Fízose sentir.
Baltando les lleis,
Camudando les cais,
Semando les perres
Conseguíes ensin sudu,
Nin xera nin duelo.
Algamó’l so oxetivu,
Diónos lo que merecíemos.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Nuevas publicaciones

Después de bastante tiempo sin publicar nada en el blog, hoy he retomado esta actividad con un cierto sabor agridulce. Por un lado con el regocijo de retomarla, sobre todo por cubrir mi necesidad de escribir, y por otro lado con la tristeza que motiva que ahora pueda retomar esta actividad y que no es otra que la de que acabo de pasar a engrosar las filas de la mayor empresa de este país, el Inem. De todas formas espero poder disfrutar y aprovechar de este periodo, no solo en el blog, si no en otros proyectos literarios un poco más serios en los que estoy metido.

Destino desconocido (historia por partes)


Destino desconocido.


La comida fresca en vez de las salazones y los encurtidos del barco, les animó, aunque lo que fue de más ayuda para subirles el ánimo fueron los vasos de vino a los que les convidaron sus compañeros.
Poco a poco los dos muchachos se vieron envueltos en el ambiente festivo de la taberna, donde miembros de la tripulación y habitantes locales compartían tragos, historias y risas.

Tanto Rodrigo como Alfonso se relajaron y se dedicaron a engullir la comida que tenían delante sin prestar excesiva atención a los griteríos que se producían a su alrededor, hasta que un aumento significativo de los mismos, les hizo reaccionar con la suficiente buena suerte como para librarse de una silla que se dirigía hacia ellos.

El vuelo de la silla parecía el detonante que todas las personas que estaban presentes en la taberna, estaban esperando para iniciar una pelea colectiva.

Puñetazos por doquier, golpes, gritos, objetos volando y fracturándose contra partes del cuerpo de alguno de los presentes fue en lo que se convirtió aquella, poco antes, festiva taberna.
Rodrigo tuvo que andarse listo para evitar algún que otro golpe malintencionado, aunque no pudo evitarlos todos, al menos si consiguió salir indemne de la mayoría y minimizar las lesiones de aquellos que no logró esquivar.

Alfonso por su parte, estuvo más pendiente de su compañero que de si  mismo, hasta que un golpe en la cabeza, que le abrió una buena brecha, le hizo girarse y perder de vista a Rodrigo.

Al primero le costaba trabajo alcanzar su objetivo, que no era otro que lograr acercarse a alguna puerta o ventana que le permitiese poder salir al exterior y alejarse de aquél tumulto; durante un par de ocasiones logró acercarse a menos de un metro de la puerta, pero los constantes empujones y caídas al suelo de los contendientes le hicieron tener que sortear a varios de los alborotadores y perder distancia respecto a la salida.

Fue en uno de esos intentos por alcanzar una salida cuando notó que alguien le agarraba por el brazo, empujándolo con fuerza hacia atrás, en plano desplazamiento tropezó con algo que estaba en el suelo, probablemente los restos de alguna mesa y  trastabilló, cayendo de bruces contra el suelo.

El sabor salado de su propia sangre le llegó a la boca, se palpó los labios y se dio cuenta que tenía una pequeña herida sin importancia en los mismos, antes de volver a ponerse de pie, miró a su alrededor y vio cerca de él el cuerpo de Alfonso que estaba tirado en el suelo y en el centro de la taberna, justo donde mas gente estaba participando en la pelea. Rodrigo temió por su amigo, en cualquier momento podía ser pisoteado o aplastado, así que le llamó por su nombre, pero Alfonso no reaccionó, no dio muestras de oírlo, parecía que estuviese inconsciente o tal vez algo peor.

Se incorporó de un salto y su espalda golpeó contra otro cuerpo, que al sentir el contacto lo agarró por el hombro haciéndolo girar para hundir un puño en su cara, en el ultimo momento aquel hombre, que era uno de los miembros de la tripulación, reconoció al pequeño polizón y se refreno. Por un breve instante le miró y preguntándole que si estaba loco le instó a que abandonase el local, después de la advertencia buscó en quien descargar el golpe que poco antes estaba dirigido a Rodrigo y retomó la pelea aún con más brío.

A trompicones, esquivando todo lo que se ponía a su paso, poco a poco, fue llegando a la altura de Alfonso que seguía inmóvil y sin dar ninguna muestra de encontrarse bien. Cuando por fin llegó a su altura, agarró a su amigo por los sobacos y lo arrastró hacia la pared más próxima, en aquel intento tuvo que evitar en un par de ocasiones que pisasen a su amigo.

Cuando logró apoyarse en la pared, exhausto por el esfuerzo, pero presa del pánico por la situación de Alfonso, miró a su amigo a la cara y vio como tenía su rostro manchado de sangre, que procedía de una brecha que tenía abierta en la cabeza, en principio la herida no parecía tan profunda y no explicaba el estado de su compañero, un estado que le parecía menos preocupante ahora que había comprobado que su amigo respiraba.

Buscó a su alrededor y lo mejor que encontró para tratar de reanimar a su compañero fue un vaso de vino que aún se mantenía intacto a pesar de que la refriega hubiese acabado con casi todo lo que antes formaba parte de la taberna. Arrojó los restos del vaso de vino a la cara de su amigo mientras que le daba unas pequeñas bofetadas para enfatizar el efecto del sobresalto que esperaba causar con el líquido.

La tarea fue bastante mas costosa de lo que en un principio se esperaba, Alfonso tardó bastante en reaccionar y cuando por fin lo hizo, parecía estar en una especie de sopor que le impedía concentrarse en la realidad que le rodeaba.

Rodrigo miró a su alrededor y comprobó que poco a poco, los contendientes cedían en su empeño, en parte por el cansancio y en mayor medida por que eran cada vez menos los que aún presentaban ganas de pelea después de haber desahogado sus instintos. Aquella especie de calma relativa después de todo lo vivido anteriormente, le pareció una buena oportunidad para tratar de alejarse de allí.

Asió a su compañero y situó su brazo a su espalda mientras que con el hombro hacia presión por debajo de la axila de su compañero a la vez que le mantenía el brazo extendido y se lo sujetaba con la mano que le quedaba libre. De esta forma y tambaleándose como si se tratase de dos borrachos que regresasen a sus casas después de una buena noche de juerga, logró ir acercándose a la salida.

Una vez fuera, se dirigieron hacia una fuente que estaba próxima al local, allí se sentaron y trataron de recuperarse, mientras que con el agua Rodrigo limpiaba la sangre de ambos.

En esas estaban cuando los encontró el primer oficial, al que no le hicieron falta muchas explicaciones para comprender lo que había ocurrido.

- Creo que comienzan un poco pronto las peleas, ¿no les parece señores?

Antes de que pudiesen contestar por la puerta de la taberna salieron despedidos otros dos miembros de la tripulación, que cayeron a pocos metros de donde se encontraban bajo la estricta mirada del primer oficial.

Continuará…