lunes, 16 de enero de 2012

Destino desconocido (historia por partes)

Cuando Rodrigo salió en busca del oficial de cubierta, para transmitirle las órdenes del capitán, evitó cruzar su mirada con la de Alfonso o la de Felipe, pero no pudo evitar el ser el centro de las miradas de todo el mundo.
Durante la siguiente semana, tal y como le había prevenido Felipe, pasó una de las semanas más duras de su vida, si bien es cierto que como novedad en su vida no tenía que preocuparse por la comida, su doble condición de recién llegado y de polizón, le sirvió para que le encargasen los trabajos más duros y molestos.
Tanto Felipe como Alfonso, se preocupaban por la salud de Rodrigo que a causa de los duros trabajos se veía empeorar día a día, pero no eran los únicos que estaban pendientes de él. El capitán que no había vuelto a cruzar palabra con el chico, seguía atentamente su actividad y parecía calcular cual sería el verdadero aguante del muchacho.
Estaba claro que había tenido una vida dura y seguramente vinculada a las tareas del campo y a practicar pillerías en el pueblo. Una vida difícil, pero nada comparado con la vida en un barco, Don Álvaro de Guzmán era de la teoría de que la mar solo respeta la vida de aquellos que se ganan su respeto trabajando duro y sorteando constantemente los rigores de la vida marina. Por eso le gustaba saber hasta que punto eran capaces de resistir sus hombres, así que en cierto modo Rodrigo estaba superando una prueba sin saberlo, pero quizás el precio de la misma fuese demasiado alto.
Poco a poco y gracias a su trabajo, Rodrigo, el polizoncillo como empezaba a llamarle la tripulación empezó a hacerse un hueco entre ellos, fue contándoles su vida y conociendo pequeños detalles de la de los demás, aunque en general eran bastante avaros a la hora de exponer la a un desconocido, actitud que cambiaba totalmente cuando se trataba de averiguar algo de la suya.
Esta nueva situación le permitió poder acercarse con más normalidad tanto a Felipe como a Alfonso, aunque la cantidad de tareas que tenía que desarrollar y el cansancio que acumulaba hacía que aprovechase el poco tiempo libre para descansar y reponer fuerzas en lugar de poder compartir algo de tiempo con los únicos que consideraba amigos en el barco, aunque si debía de ser preciso, probablemente fuera del barco tampoco fueran muchos a los que podría calificar como tales.
La segunda semana, le pareció un poco más llevadera, quizás por que ya se había habituado as las tareas diarias o por que su cuerpo ya no le molestaba con aquellas agujetas de los primeros días.
Durante esa segunda semana, fue aprendiendo nuevos términos náuticos y fue dejando a un  lado las tareas más denigrantes para empezar a participar de un modo casi testimonial, en las tareas de la navegación. Este pequeño cambio a pesar de ser nimio, para él supuso una gran alegría y en su cabeza se empezaron a formar ideas sobre grandes viajes, descubrimientos y la posibilidad de verse comandando su propio barco y su propia tripulación.
De esta manera comenzó a observar al capitán, tratando de verse reflejado en él, y se dio cuenta que de una forma discreta, pero innegable, aquella atención que le prestaba en cierto modo era correspondida, esto último le llamó la atención, pero no hizo que se produjese un acercamiento entre ambos. En varias ocasiones se descubrieron observándose mutuamente, y a pesar de la juventud de Rodrigo su descaro a la hora de mantenerle la mirada al capitán hizo que este considerase que quizás el chico fuese más maduro de lo que podría aparentar en un primer momento.
Durante la noche, antes de acostarse compartía algo de tiempo hablando con el resto de los tripulantes y a pesar de que en diversas ocasiones les preguntó por su destino, nadie pudo decirle realmente a donde se dirigían, aquella tripulación, en su mayor parte habían permanecido mucho tiempo con el capitán, confiaban en él plenamente y esta vez antes de iniciar el viaje, les dijo que no les revelaría cual sería su destino hasta que estuviesen a punto de llegar, así que esa confianza que tenían en él había hecho que nadie le preguntase a donde se dirigían. Aunque estaba claro que tanto la cantidad de provisiones que habían embarcado, mas el hecho de llevar ya dos semanas en alta mar, les indicaba que se trataba de un viaje largo y a través del océano.
Los marineros más veteranos, especulaban con su destino y calculaban hacia donde se encaminaban tanto por las temperaturas como por los vientos que encontraban, pero nadie se atrevía a comentar en público sus pesquisas, ya que si Don Álvaro quería mantenerlo en secreto, seguramente tendría importantes razones para hacerlo.
A parte del gran esfuerzo físico que Rodrigo tenía que desempeñar cada día, por lo demás el viaje podría definirse como placentero, los vientos eran buenos y favorables y la lluvia no hizo acto de presencia durante esas dos primeras semanas de navegación, y por lo que él sabía durante el tiempo que había permanecido oculto, tampoco había llovido.
Los hombres realizaban sus tareas con prontitud y meticulosamente lo que les ahorraba un tiempo precioso que dedicaban a pescar, jugar, o charlar, el ambiente por lo general era bastante relajado y camaraderil.
Esa habilidad y pericia que demostraban los demás era lo que le faltaba al muchacho, así que tenía que suplirlo dedicándole más tiempo que el resto  reduciendo de esta forma su propio tiempo para el descanso.
Uno tras otro fueron pasando los días sin ninguna novedad reseñable, hasta el día en el que el capitán convocó al conjunto de la tripulación en cubierta, inmediatamente todos abandonaron sus tareas y se dispusieron a escuchar al capitán, instintivamente Rodrigo se situó al lado de Alfonso, se cruzaron las miradas y se preguntaron si por fin el capitán desvelaría su paradero y destino.

Continuará…

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