viernes, 10 de febrero de 2012

El entierro

-    Tú estás mal de la cabeza.
-    ¡Qué no! Que es muy fácil, tu solo tienes que ayudarme; llegamos allí, abrimos el nicho, sacamos a mi padre, le quitamos la chaqueta y lo volvemos a enterrar.
-    Pero eso es sacrilegio.
-    Eso no es sacrilegio, es una necesidad.
-    Pues hazlo tú solo.
-    No puedo, que yo no sé colocar ni un ladrillo y se va a notar.
-    Tú estás mal, de verdad que estás mal, ¿Cómo vamos a desenterrar a tu padre si lo enterramos ayer?.
-    Ya, pero ayer no me di cuenta de que el dinero lo tenía en la chaqueta con la que lo enterramos.
-    Pues habla con el cura.
-    Sí claro, para que me diga que hay que pedir permiso al Obispo, y a saber todos los pasos que habrá que dar.
-    Pues los das.
-    Y mientras yo estoy de caminata los gusanos dándose un festín con mi dinero.
-    Es que no es normal lo que me estás diciendo.
-    Ya sé que no lo teníamos que haber enterrado con el dinero, pero ahora ya está hecho y no hay vuelta atrás, tengo que ir a desenterrarlo y necesito que me ayudes.
-    Que yo no puedo hacer eso, que me da mucho yuyu.
-    Más yuyu me da a mí que es mi padre.
-    Pues no lo parece.
-    Es que necesito el dinero que si no pago mañana me expropian el piso, por eso llevaba mi padre esa cantidad de dinero con él.
-    Pues menos mal que no lo incinerasteis.
-    Me da mal, si además de perder a mi padre, pierdo el dinero y el piso, después me tenéis que enterrar a mí.
-    No sé Juan, a mi todo esto no me gusta un pelo, creo que lo mejor es hablar con el cura.
-    Eso, y le decimos que nos haga el cemento.
-    Que no, para pedirle permiso, que si nos pillan lo mismo nos excomulgan, ¿Es qué no te preocupa?
-    ¿Y a ti qué más te da que te excomulguen? Si nunca vas a misa, y además no crees en Dios.
-    Bueno, por si acaso que nunca se sabe.
-    Pues a mí la excomunión no me preocupa, me preocupa más la guardia civil.
-    ¡Meca, es verdad! Conmigo no cuentes.
-    Que sí hombre, que es un momento, solo es cuestión de organizarse.
-    ¿Y si nos pilla la guardia civil, qué nos puede pasar?
-    Que piensen que somos ladrones de tumbas y nos acusen de profanación.
-    ¡Ah, bueno! Mira tú, siendo así, ya me quedo mucho más tranquilo, mañana llamo a la mujer desde la cárcel y le digo “Paqui, que me detuvieron por ir con Juan a desenterrar a su padre”. Y cuando me pregunte que porqué, le digo que por que lo echabas mucho de menos.
-    Exacto
-    ¿Cómo qué exacto? Tú estás mal de la cabeza.
-    Es que lo del dinero no lo puedes decir.
-    ¿Por qué?
-    Por que mi hermano no sabe nada de lo del dinero, piensa que el piso está pago.
-    ¿Y cómo puede pensar eso?
-    Por que estaba pago.
-    No entiendo nada, si estaba pago ¿Por qué tienes que pagarlo otra vez?
-    Es que papá lo rehipotecó, para pagar unos asuntillos de él.
-    Que supongo que tampoco se pueden saber.
-    Mejor no quieras saberlos.
-    No si de tal palo tal astilla, menuda familia, pero bueno conmigo no cuentes, vete a hablar con el cura a ver si lo arreglas.
-    Si es que para cuando lo arregle igual ya no está el dinero. ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para poder desenterrar un cadáver?
-    Pues no sé, pero me suena que son 5 o 7 años.
-    La ruina, eso es la ruina, tenemos que hacerlo esta noche.
-    ¡Tienes! A mí no me metas en líos.
-    Que yo no lo puedo hacer solo.
-    Pues vete a hablar con el cura que seguro que no eres el primero a quien le pasa esto, seguro que existe algún procedimiento para hacerlo rápido.
-    Sí, el de enterramiento, funeral, desenterramiento y enterramiento de nuevo en servicio exprés. Es un nuevo servicio que presta la iglesia católica, lo aprobó la semana pasada Benedicto XVI.
-    No sé chico, pues vete al juzgado, quizás algún juez te ayude.
-    ¿Y si no lo hace? Contrato un abogado, un procurador, vamos a juicio, después apelamos y cuando la sentencia sea firme el dinero ya es carbonilla y encima tengo que pagar las costas del juicio.
-    Hay casos en los que el cuerpo permanece intacto durante años.
-    Sí, y cuando lo vas a tocar se deshace, así que seguiría sin dinero igual.
-    Pues no se me ocurre otra cosa.
-    A mí sí, que vengas conmigo y me ayudes esta noche.
-    Que no, que yo no voy.
-    Es que te necesito, y por cierto, tráete unas mascarillas.
-    ¿Para qué?
-    Por el olor, que mi padre era muy limpio, pero me da a mí que no debe de estar en su mejor momento.
-    Tú me quieres meter en la cárcel.
-    Igual la Paqui me lo agradece.
-    No, si bien mirado igual hasta te lo agradezco yo.
-    Pues listo, quedamos esta noche a la una.
-    ¡Que no!
-    Espera que me llaman por teléfono.
-    ¿Quién era?
-    Mi hermano.
-    ¿Y qué quería? Por que se te puso una cara muy rara.
-    Preguntarme por la chaqueta de papá.
-    Pero no decías que no sabía nada del dinero.
-    Y no lo sabía, pero es que la chaqueta era la verde.
-    ¿Y eso que tiene que ver?
-    Que me dice que la chaqueta verde siempre la ponía con el pantalón gris y que en el pantalón tenía dinero guardado para mi hermano y que a mí no me habían dicho nada.
-    ¿Y ahora?
-    Ahora vamos a sacarlo antes de que se le ocurra la misma idea a mi hermano.
-    Todo será que no coincidáis allí, a este paso vais a tener que hacer turnos entre los familiares para andar sacando a metiendo a tu padre en el nicho.
-    Déjate de decir tonterías y dime si vienes o no.
-    Bueno vale, pero te digo una cosa, me pido la camisa, la corbata, los calcetines, zapatos y la ropa interior que viendo como era tu padre…

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