jueves, 27 de octubre de 2011

Menudo Curro (tercera entrega)

- ¡No me lo puedo creer! Pero si era el trabajo más fácil que tenía hoy, si te mando allí para que no tengas problemas y me vuelves como siempre, con la ropa hecha trizas y molido a palos. Es que es increíble, no sé cómo lo consigues, en una semana que llevas de trabajo ya he tenido más problemas contigo que con personal que lleva toda la vida.
- Empezó el niño Don Alfredo.
- ¿Cómo que el niño? ¿Todo esto te lo ha hecho un niño?
- Él y sus amigos, era una banda muy bien organizada, yo creo que eran de los países del este.
- Del este te voy a dar yo a ti, soplagaitas. Vamos a ver si me entero de algo, cuéntamelo todo desde el principio.
- Pues verá Don Alfredo, yo llegué al recinto tal y como usted me mandó, y a continuación me puse la ropa de trabajo y empecé a dar vueltas siguiendo sus instrucciones, y todo estaba muy tranquilo hasta que llegó ese niño.
-¿Y qué te pasó con el niño?
- Pues le di algún caramelo, como usted me había dicho que hiciese con los niños y entonces empezó a seguirme por todos los lados. Yo creo que estaba estudiando mi itinerario para avisar a su banda y robarme el resto de los caramelos.
- Déjate de decir tonterías y continúa.
- Pues yo para proteger su mercancía traté de esconderme para que no me viese, pero de todas formas el niño me seguía a todas partes, así que salí corriendo, pero con el traje que me dio no podía correr mucho, así que el niño corría detrás de mí, mientras empezaba a tirarme los caramelos que yo le había dado y me gritaba, ¡no marches ratón Mickey, no marches!.
- Pero bueno hombre, solo a ti se te ocurre huir de un niño, en plan Usain Bolt, disfrazado de ratón Mickey. Tu objetivo era pasear por la feria, dar caramelos a los niños y entretenerlos no salir huyendo de ellos.
- Es que este era muy peligroso Don Alfredo.
- ¡Qué va a ser peligroso! Pero ¿no te das cuenta que al salir corriendo le ofreciste la mayor diversión del día?.
- Don Alfredo con todo el respeto, es que me gustaría que viese a aquel pequeño cerebro del crimen organizado, sobre todo cuando me interrogó.
-  ¿Me estás diciendo que un mocoso fue capaz de reducirte e interrogarte y que tú le dejaste?
- Es que en aquel momento ya había llamado a los demás miembros de la banda.
- Pero que miembros ni que narices, lo que te pasa a ti es que eres tonto de remate. Si todavía voy a tener que pedir una subvención a la seguridad social por tenerte aquí.
- Ahora que lo dice, yo tengo un amigo en la seguridad social que sabe mucho de esas cosas, si quiere le doy el teléfono.
- El teléfono te lo voy a dar yo a ti, pero el de los loqueros a ver si te adoptan una temporada, sigue con lo del niño o de los niños, o lo de los elefantes, porque si me cuentas que apareció un elefante, viniendo de ti ya me lo creo.
- No, no apareció ningún elefante.
- Recuérdame que un día de estos te explique lo que es la ironía.
- ¡Ah! no hace falta, si ya lo sé.
- Sigue con el relato de una vez, a ver si me entero porque los de la feria me quieren demandar y hay un montón de madres que no paran de llamar para pedirme explicaciones.
- Como usted diga Don Alfredo, el caso es que después de la carrera y con aquel traje y aquel calor que hacía a mí me entró mucha sed, así que compré una botella de agua en una máquina expendedora; Ahora que lo digo ¿lo de la botella de agua, me lo paga usted?
- ¿cómo que si te lo pago yo?
- Sí como gasto de manutención o algo así, en este caso era para no deshidratarme, quizás lo podría deducir como gasto de mantenimiento del personal.
- A ti te voy a mantener yo, ¡te voy a mantener colgado de un octavo piso hasta que quedes como una uva pasa, sigue con la historia!.
- Pues cuando tenía la botella de agua, me escondí detrás de unos matos para que los niños no me viesen, y entonces me quité la cabeza
- Sí eso ya lo hiciste de nacimiento.
- No hombre, la cabeza del ratón.
- No pares, continúa con la historia.
-Como le decía me quité la cabeza del ratón para poder beber tranquilamente y fue cuando apareció de nuevo aquel monstruo que ahora tenía una vara en la mano, y mientras que yo estaba despistado empezó a golpearme con ella, a la vez que daba voces llamando a los demás niños diciéndoles que allí estaba el ratón Mickey sin cabeza…
- Que envidia me da el niño de la vara, si yo tuviese una ahora…
- Y con las voces que daba enseguida se presentó toda su banda, y entre todos empezaron a reírse y a burlarse de mí, y entonces fue cuando empezó todo, el primer niño, el que me tiró los caramelos y me golpeaba con la vara, que era el jefe de todos, me interrogo, preguntándome que quién era, que qué había hecho con el verdadero Mickey Mousse, que él lo había visto en Eurodisney, y que yo no era él, y porque en ese momento pude escaparme y salir corriendo, pero estoy convencido que si sigo allí, seguro que me intentan sacar el número secreto de mi tarjeta para robarme el dinero, que leí el otro día en el periódico que las bandas del este actúan así, primero acorralan a la víctima y la maltratan físicamente y después la interrogan y le obligan a darles los números de cuenta.
- Sí y cuando se trata de bandas de niños del este, después llaman a las abuelas que te secuestran y piden un rescate por ti, y si nadie lo paga te convierten en relleno de empanadas. Pero ¿de verdad te crees lo que me estás diciendo?
- Don Alfredo, que le aseguro que eran extremadamente peligrosos, que cuando salí corriendo, se agarraron a mi cola, a la del ratón quiero decir porque yo no tengo
- Ya, ni cola ni cerebro, ya me voy haciendo una idea.
- Y fue ahí cuando me rompieron el traje, y al rasgarlo tropecé y me caí de bruces en el suelo, y pude ver cara a cara a ese pequeño monstruo que me miró y me dijo, “¡Toma, esto por hacerle daño a Mickey!” y me pegó una patada en la nariz. Que yo no sé porque todo el mundo últimamente me pega en la nariz.
- Pues yo sí que empiezo a entender el porqué. ¿Y dónde está el resto del disfraz?
- Ya le dije que me lo rompieron los niños.
- ¿Y la cabeza?
- La última vez que la vi la tenían los niños y se la pasaban de uno a otro como un trofeo de guerra, y para que no me pegasen más no me atreví a ir a por ella, además no podía.
- ¿Y se puede saber porque no podías?
- porque tuve que ir a aclarar un malentendido
- ¿Qué clase de malentendido?
- Que por la megafonía de la feria estaban diciendo que se ruega al ratón Mickey que se presente en las oficinas centrales y deje de alborotar a los niños, así que tuve que aclararles que no se trataba de niños corrientes, si no que eran una banda muy peligrosa y que debían de tomar medidas de precaución, de hecho les recomendé cerrar la feria.
- Lo que tienes que hacer es cerrar la boca, que es como estás mejor.

continuará

1 comentario:

  1. Jajajaja pobre hombre, ya tengo ganas de ver que le pasa en el siguiente "capitulo". Si es que no se puede ser bueno. Jajajaja

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