Esta semana quiero dedicarle la historia de Robertín a mi suegra, más que nada por que no callaba con que lo mandase a su casa, Aunque ella igual se refería que a arreglarle algún electrodoméstico, en fin. Quiero advertir que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. (je,je)
Menudo Curro
- Sí, ¿Diga?
- ¿Es usted Don Alfredo?
-Sí, soy yo, ¿Con quién hablo?
- Soy Ema.
- Y dígame Emma ¿Qué deseaba?
- Emma no, Ema.
- ¿Cómo?
- Ema, con una m, no con dos.
-O sea como lo de Letizia con z.
- No, es como Ema con una m. Igual que la empresa municipal de aguas de Gijón.
- Vale, de acuerdo, pero ¿no me llamaría usted por eso?.
- No, yo le llamaba por un empleado suyo.
- ¿Por Roberto?
- ¿Solo tiene ese?
- No, pero es por el que me suelen llamar. ¿Qué problema tiene señora, le quemó la casa, se la inundó, la intentó violar?
- ¿Qué dice? ¿Qué si me intentó violar? ¡Le pego una hostia que lo tiro por la ventana!
-No sabe que favor me hacía
- ¿Qué le hacía un favor? Pues a los de la ambulancia también, que así no tienen que subir a buscarlo.
- La ambulancia, pero ¿qué le pasó?
- Que no se encuentra bien y él insiste en que llamemos a la ambulancia, porque dice que esto es un accidente laboral, aunque yo creo que no es para tanto. Le doy yo unas pastillinas que tengo por aquí, una tila y como nuevo.
- Pero ¿Qué le pasa?¿Puede ponerse al teléfono?
- Sí, ahora se lo paso, mientras tanto yo voy haciendo tila, que tengo que darle una también a mis amigas, porque una está que no puede más de los nervios y la otra no puede más de la risa.
-¡Ay, madre. Ay, madre! ¡Qué armaría este ahora!.
- ¿Don Alfredo, es usted?
- No, no soy yo. Soy el ángel que viene a anunciar el fin de los días.
- Don Alfredo, déjese de bromas, que estoy muy malito.
- Y más que te vas a poner cuando te pille. ¿Se puede saber por qué me llama la señora de la casa dónde te mandé a hacer la exposición?
- En esta casa están mal, Don Alfredo, están todas mal.
-Sí, si te aguantaron más de una hora es que no deben de estar muy bien.
-Don Alfredo, ¿Usted ve la tele?
- ¿Qué tiene que ver eso con qué estés mal, con que en esa casa estén todas mal, y con la exposición que tenías que hacer?
- Es que estas mujeres me recuerdan a las chicas de oro, Don Alfredo, pero son peores.
- ¡Qué ya nos conocemos, Roberto! ¿Qué armaste?
- Yo lo que sufro es de un accidente laboral y lo que necesito es una ambulancia, ¿Puede llamarla usted? Es que estas señoras dicen que no me hace falta que me encuentro bien.
- Pues si lo dicen casi seguro que tienen razón, ¿por qué dices que tienes un accidente laboral?
- Porque sufro de un acoso por parte de una de ellas, que motiva que se disparen mis nervios y estoy a punto de sufrir un ataque de nervios con posibilidades de paro cardiaco y Dios quiera que no se complique con problemas cardiopulmonares, por que siento que me falta el aire.
- No, si al final tenías que haber sido médico, aunque pobre de quien cayese en tus manos. A ver; si solo te pasa eso, estás perfectamente, que te den esas pastillinas y esa tila y ya verás como te pones bien enseguida. Y ahora cuéntame que pasó.
- Pues que yo vine a la casa como usted me dijo, con todos los productos del tupperware para hacer la exposición.
- Sí, algo muy sencillo, por eso te mandé a ti. ¿Y qué puede salir mal?
- ¡Todo Don Alfredo, todo!
- Sí viniendo de ti, seguro. ¿Qué pasó?
- Que seguro que algún compañero quiso gastarme una broma y me cambió los productos.
- Si para reírse de ti, no hace falta gastarte bromas, ya te arreglas bien tú solito, para hacernos reír. ¿Y qué productos llevaste?
- Los del tuppersex.
-No sé si reírme o llorar. ¿Y qué hicieron las señoras?
- La más mayor se puso histérica y no paraba de decir madre mía, madre mía.
- ¿Y las otras dos?
-La dueña de la casa se reía, pero la otra señora decía que ya que estaba allí que se lo enseñase todo.
- Estás tú guapo para enseñar nada.
- No si la señora se refería a los aparatos.
- A eso me refería yo también, animal. No se te ocurra enseñar nada más que todavía tenemos una denuncia.
- No jefe, que yo mis cosas no las enseño por ahí.
- Sí, a no ser que tengas que hacerle el boca a boca a alguien. Anda sigue contándome ¿Y qué hiciste?
- Que voy a hacer, empecé a sacar aparatos y catálogos, pero no les pude decir mucho, por que tampoco sabía para que servían.
- Pues tampoco es tan difícil.
- ¿Usted si sabe para qué sirven?. Nunca lo hubiese pensado de usted.
- Lo que yo sepa o no sepa no es asunto tuyo. Y te pido un favor, sobre mí, piensa lo menos posible. O sea, en tu caso, nada. Y si no sabías para que servían ¿Cómo te apañaste?
- Pues la señora que quería que se lo enseñase, los sacaba ella y nos lo explicaba a los demás.
- ¿Y tú que hacías?
- Yo me senté en una silla muerto de vergüenza mientras que la señora mayor se tapaba los ojos y se escandalizaba, la dueña de la casa no paraba de reírse, que hubo un momento en el que pensé que se meaba y todo de la risa, y la otra no paraba de sacar bolas chinas, afrodisiacos, accesorios para el pene, y esas bragas, usted ya sabe con pirula incorporada.
- Está claro que no te puedo dejar solo.
- Si yo no hacía nada Don Alfredo. Más que nada por que no me atrevía. Además con cada cosa que sacaba yo me ponía cada vez más nervioso, y noté como con cada aparato, me miraba cada vez más. Si no estuviese en el medio del camino hacia la puerta, hubiese salido corriendo.
- Anda deja de hacer el tonto, pídele disculpas a las señoras por el error y ven para aquí.
- ¿No me va a mandar la ambulancia? De verdad que me encuentro muy mal.
- No, no te voy a mandar ninguna ambulancia, a donde igual te mando es al paro, por inútil, así que haz lo que te digo y tira para la oficina.
- Lo que usted diga Don Alfredo. Una pregunta, ¿si compro unas pilas, entra en el presupuesto de la empresa?
- Y ¿Para qué narices quieres tú unas pilas?
- No, si no son para mí, son para las señoras, es que los vibradores vienen sin pilas.
- Las pilas te las voy a poner yo a ti, merluzo.
- Bueno, Don Alfredo, no se ponga así. Por cierto, ¿me podría dar usted un pequeño adelanto?
- ¿Ya estamos otra vez pidiendo adelantos?
- Es que vi un extensor que era muy barato, y pensé que igual me venía bien.
- Es una pena que en vez de un extensor no encontrases un multiplicador de neuronas, que te venía mucho mejor.
- ¿También tenemos de eso, y a qué precio salen?
- No, pedazo de zoquete, no tenemos de eso, pero no te preocupes que en cuanto lo inventen, a ti te lo regalo yo.
- Muchas gracias Don Alfredo, que bueno es usted.
- ¡Tonto, lo que soy es tonto!.
Continuará.