miércoles, 30 de noviembre de 2011

La emoción. (microcuento)

- Por fin, quietas. Usted mismo lo puede comprobar. Después de varios años con aquel maldito temblor, hoy puedo decir, que gracias a la operación, he logrado terminar con cualquier síntoma de tembleque en mis manos, tal y como pueden atestiguar mis colegas.
Una vez conocida la sentencia, la sensación de liberarse de un oscuro pasado le envolvió. Podría recuperar su vida, su trabajo y sobre todo rehabilitarse de aquel terrible error médico que le costó la vida a una joven.
Después de tomar la tercera copa para celebrarlo, notó un conocido cosquilleo en sus manos. Sería la emoción.

martes, 29 de noviembre de 2011

lunes, 28 de noviembre de 2011

¿O quizás no? (cuentín)

¿O quizás no?


Por primera vez en toda mi vida, había sentido esa punzada de dolor lacerante producida por el desprecio. Si es cierto que muchas veces, me habían hecho de lado, pero jamás había sentido el desprecio.
Acostumbrado a otra clase de vida, a sentirme respetado por mis iguales, a saber cual era mi sitio en nuestra pequeña comunidad, esta nueva actitud era nueva para mí. Desde hacía unos meses todo estaba cambiando a marchas forzadas.
El día que emprendimos el viaje en aquel barco alejándonos de nuestro pueblo camino a Europa, perdimos la dignidad que teníamos, y no fue por una actitud premeditada por nuestra parte, si no que fue una consecuencia de encontrarnos en mundo totalmente diferente, con un sistema de valores y una moralidad en algunos casos totalmente contradictoria con la nuestra, pero nuestra inferioridad en número, como nuestro cambio de hábitat, nos convirtió de la noche a la mañana en simple mercancía, y por lo tanto era así como nos trataban, procuraban no estropear su futuras ganancias, pero nuestros derechos quedaron reducidos a los básicos para lograr nuestra supervivencia. Y de este modo, con este trato tan civilizado, se desvaneció totalmente nuestra dignidad.
Cuando llegamos a nuestro destino después de una larga travesía de penalidades, desnutrición y malos tratos, pudimos comprobar que lo que nos esperaba en el viejo continente, no sería muy distinto a lo vivido en los últimos días.
No puedo olvidar la cara de desprecio del encargado cuando me miró el primer día, pensando en que puesto le sería más rentable, al final me ubicó en esta celda donde paseo y rujo mientras pienso que de no haber sido un animal seguramente mi trato hubiese sido muy diferente.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Destino desconocido (Historia por partes)

Hoy os dejo una historia que acabo de empezar, no sé lo que durará, pero mi idea es que sea una historia de aventuras, ya veremos lo que va saliendo.




Destino desconocido


Fue remando suavemente, procurando hacer el menor ruido posible. La noche con el cielo cubierto, le favorecía, ya que la poca luz de la luna, se desvanecía entre las nubes. A su favor contaba con el conocimiento de la costa, y esperaba que en el barco en el que estaba dispuesto a embarcarse no hubiese mucha vigilancia.
Desde la popa del barco, el vigilante fumaba tranquilamente un cigarro ajeno a que una pequeña embarcación, al amparo de la noche y la oscuridad se acercaba a ellos. En aquél momento tampoco era consciente ni de las intenciones de su único tripulante, ni mucho menos, de lo que este incidente provocaría en un futuro. Seguramente de haber sido consciente de lo que su pequeño descuido podía significar, su actitud hubiese sido muy distinta.
Apenas unas brazas, le separaban de su objetivo, al menos de la primera parte del mismo. Era más que probable, que una vez embarcado, las dificultades pudiesen ir en aumento. Aunque en aquel momento no quería pensar en ello, ni tan siquiera en lo que para él podría significar que lo descubriesen subiendo a bordo.
Un pequeño chapoteo, le alertó, prestó atención en la dirección en la que había sentido el sonido, esperando escuchar algo que confirmase su sospecha. La mar estaba en calma, la noche era calurosa y el puerto seguro, su presencia allí se trataba más bien de una mera formalidad, nada hacía prever que se pudiera producir cualquier tipo de circunstancia extraña. El simple hecho de anclar el barco a una distancia prudencial de la costa hacía prácticamente imposible cualquier tipo de sabotaje, o acto de pillaje, por eso el capitán había decidido dejar desembarcar a la mayoría de la tripulación, dejando en el barco una pequeña escolta compuesta por los arrestados de la semana y por los más novatos en el barco.
Terminó de destaponar los agujeros que había preparado en la barca para que se hundiese y tratar de conseguir así que si lograba esconderse en el barco su presencia en el mismo fuese descubierta lo más tarde posible, una vez que comprobó, como poco a poco, pero de una manera ya irreversible el agua anegaba su embarcación, se asió a la maroma del ancla, iniciando así una lenta y silenciosa escalada.
El ruido final de la barca al hundirse, volvió a llamar su atención, se dirigió hacia la proa, mientras apuraba su cigarro, su condición de grumete y su temprana edad, apenas contaba con once años, hacía que el cocinero, que era a quien estaba destinado en el barco, no le dejase fumar, por eso el hacerlo de noche a escondidas, mientras realizaba su guardia, convertía aquel cigarro en un placer especial.
Sintió que alguien se aproximaba, se apresuró en entrar en la bodega, trató de esconderse en la oscuridad, pero no se atrevió a moverse demasiado por temor a tropezar con algo y que el ruido le delatase. Por lo tanto se mantuvo quieto y en silencio esperando que sus ojos se aclimatasen a la falta de luz. Al poco tiempo, sintió unos pasos por encima de los tablones que cubrían la bodega. Estaba perdido, sin duda lo descubrirían.
Se dio cuenta de que el suelo estaba mojado, siguió las manchas de humedad con la vista y comprobó que procedían de la proa y se aproximaban hasta su posición, a la entrada de cubierta. Era evidente que alguien había subido al barco. Por el rastro dejado por las manchas dedujo que se trataba de una sola persona. Con cuidado y tratando de no hacer ruido, oteó por babor y estribor tratando de comprobar si había alguna embarcación. Celebró no ver ninguna así que seguramente no se trataba de un robo, que por otra parte era bastante improbable, debido a que aún no habían cargado en el puerto.
Los pasos en cubierta se dirigían de un lado a otro y aunque procuraban no hacer ruido, estaba claro que estaban buscándolo, tanteó a su alrededor para tratar de hacerse una composición del lugar y procurar esconderse mejor, mientras que arriba se hizo el silencio.
Acababa de tomar una decisión, no sabía quién había subido al barco, pero se encontraba en la bodega, en realidad tendría que enfrentarse solo al intruso, ya que no podía contar con nadie, el resto de vigilantes eran aún más jóvenes que él, y los pocos marineros que quedaban en el barco no estarían ni en condiciones ni querrían echarle una mano. Por otro lado aquel ya no era su turno, si permanecía despierto es por que uno de aquellos marineros no había acudido a darle el relevo, así que la decisión estaba clara.
Era inútil, en aquella oscuridad le resultaría imposible moverse y mucho menos buscar un escondite seguro, solamente tendría alguna posibilidad cuando se filtrase algo de claridad con las primeras luces del alba. Se preparó para enfrentarse a quién entrase a buscarlo.
Sin dejar de vigilar la entrada en la bodega, buscó un buen hierro, contundente, capaz de soportar embestidas bruscas. No estaba muy convencido de lo que estaba haciendo, y tenía miedo que lo descubriesen, pero en caso de no ser así, al día siguiente siempre podría alegar que durante su turno no había sucedido nada.
Sintió unos ruidos arriba, y supo que alguien estaba cerrando con un hierro pesado la puerta de entrada a la bodega, lo acababan de encerrar allí dentro, así que ya no cabía ninguna duda de que lo habían descubierto, pero que momentáneamente aplazaban su captura. No entendía los motivos de esta decisión, quizás se había equivocado, ¿qué contenía aquella bodega para que decidieran dejarlo allí encerrado en vez de sacarlo de la misma y arrojarlo por la borda?
Comprobó que la bodega estaba atascada y decidió apartarse, sin perder de vista la entrada, simularía dormir, y al día siguiente los mayores ya se encargarían del intruso en cuanto lo descubriesen a la hora de cargar la bodega. Pensó que el miedo de enfrentarse al desconocido, unido al temor de la bronca que podía recibir, le habían derrotado, sin embargo, el haberlo encerrado en la bodega le pareció una salida muy astuta, que evitaba ponerse tanto él como el resto de la tripulación en peligro.
Estaba claro que no podía hacer otra cosa que tratar de acomodarse y esperar  a los acontecimientos de la mañana, así que se quitó la ropa para tratar de secarla, se puso lo más cómodo posible, y permaneció en vela, tratando de descubrir cualquier ruido que delatase alguna novedad.
Los remordimientos le atormentaban, solo deseaba que la persona que se encontraba encerrada en la bodega se tratase de un ladón o un polizón, en el caso de ser un saboteador, se lo había puesto fácil, realmente demasiado fácil.

Continuará…

jueves, 24 de noviembre de 2011

Menudo Curro (séptima entrega)

Esta semana quiero dedicarle la historia de Robertín a mi suegra, más que nada por que no callaba con que lo mandase a su casa, Aunque ella igual se refería que a arreglarle algún electrodoméstico, en fin. Quiero advertir que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. (je,je)

Menudo Curro



- Sí, ¿Diga?
- ¿Es usted Don Alfredo?
-Sí, soy yo, ¿Con quién hablo?
- Soy Ema.
- Y dígame Emma ¿Qué deseaba?
- Emma no, Ema.
- ¿Cómo?
- Ema, con una m, no con dos.
-O sea como lo de Letizia con z.
- No, es como Ema con una m. Igual que la empresa municipal de aguas de Gijón.
- Vale, de acuerdo, pero ¿no me llamaría usted por eso?.
- No, yo le llamaba por un empleado suyo.
- ¿Por Roberto?
- ¿Solo tiene ese?
- No, pero es por el que me suelen llamar. ¿Qué problema tiene señora, le quemó la casa, se la inundó, la intentó violar?
- ¿Qué dice? ¿Qué si me intentó violar? ¡Le pego una hostia que lo tiro por la ventana!
-No sabe que favor me hacía
- ¿Qué le hacía un favor? Pues a los de la ambulancia también, que así no tienen que subir a buscarlo.
- La ambulancia, pero ¿qué le pasó?
- Que no se encuentra bien y él insiste en que llamemos a la ambulancia, porque dice que esto es un accidente laboral, aunque yo creo que no es para tanto. Le doy yo unas pastillinas que tengo por aquí, una tila y como nuevo.
- Pero ¿Qué le pasa?¿Puede ponerse al teléfono?
- Sí, ahora se lo paso, mientras tanto yo voy haciendo tila, que tengo que darle una también a mis amigas, porque una está que no puede más de los nervios y la otra no puede más de la risa.
-¡Ay, madre. Ay, madre! ¡Qué armaría este ahora!.
- ¿Don Alfredo, es usted?
- No, no soy yo. Soy el ángel que viene a anunciar el fin de los días.
- Don Alfredo, déjese de bromas, que estoy muy malito.
- Y más que te vas a poner cuando te pille. ¿Se puede saber por qué me llama la señora de la casa dónde te mandé a hacer la exposición?
- En esta casa están mal, Don Alfredo, están todas mal.
-Sí, si te aguantaron más de una hora es que no deben de estar muy bien.
-Don Alfredo, ¿Usted ve la tele?
- ¿Qué tiene que ver eso con qué estés mal, con que en esa casa estén todas mal, y con la exposición que tenías que hacer?
- Es que estas mujeres me recuerdan a las chicas de oro, Don Alfredo, pero son peores.
- ¡Qué ya nos conocemos, Roberto! ¿Qué armaste?
- Yo lo que sufro es de un accidente laboral y lo que necesito es una ambulancia, ¿Puede llamarla usted? Es que estas señoras dicen que no me hace falta que me encuentro bien.
- Pues si lo dicen casi seguro que tienen razón, ¿por qué dices que tienes un accidente laboral?
- Porque sufro de un acoso por parte de una de ellas, que motiva que se disparen mis nervios y estoy a punto de sufrir un ataque de nervios con posibilidades de paro cardiaco y Dios quiera que no se complique con problemas cardiopulmonares, por que siento que me falta el aire.
- No, si al final tenías que haber sido médico, aunque pobre de quien cayese en tus manos. A ver; si solo te pasa eso, estás perfectamente, que te den esas pastillinas y esa tila y ya verás como te pones bien enseguida. Y ahora cuéntame que pasó.
- Pues que yo vine a la casa como usted me dijo, con todos los productos del tupperware para hacer la exposición.
- Sí, algo muy sencillo, por eso te mandé a ti. ¿Y qué puede salir mal?
- ¡Todo Don Alfredo, todo!
- Sí viniendo de ti, seguro. ¿Qué pasó?
- Que seguro que algún compañero quiso gastarme una broma y me cambió los productos.
- Si para reírse de ti, no hace falta gastarte bromas, ya te arreglas bien tú solito, para hacernos reír. ¿Y qué productos llevaste?
- Los del tuppersex.
-No sé si reírme o llorar. ¿Y qué hicieron las señoras?
- La más mayor se puso histérica y no paraba de decir madre mía, madre mía.
- ¿Y las otras dos?
-La dueña de la casa se reía, pero la otra señora decía que ya que estaba allí que se lo enseñase todo.
- Estás tú guapo para enseñar nada.
- No si la señora se refería a los aparatos.
- A eso me refería yo también, animal. No se te ocurra enseñar nada más que todavía tenemos una denuncia.
- No jefe, que yo mis cosas no las enseño por ahí.
- Sí, a no ser que tengas que hacerle el boca a boca a alguien. Anda sigue contándome ¿Y qué hiciste?
- Que voy a hacer, empecé a sacar aparatos y catálogos, pero no les pude decir mucho, por que tampoco sabía para que servían.
- Pues tampoco es tan difícil.
- ¿Usted si sabe para qué sirven?. Nunca lo hubiese pensado de usted.
- Lo que yo sepa o no sepa no es asunto tuyo. Y te pido un favor, sobre mí, piensa lo menos posible. O sea, en tu caso, nada. Y si no sabías para que servían ¿Cómo te apañaste?
- Pues la señora que quería que se lo enseñase, los sacaba ella y nos lo explicaba a los demás.
- ¿Y tú que hacías?
- Yo me senté en una silla muerto de vergüenza mientras que la señora mayor se tapaba los ojos y se escandalizaba, la dueña de la casa no paraba de reírse, que hubo un momento en el que pensé que se meaba y todo de la risa, y la otra no paraba de sacar bolas chinas, afrodisiacos, accesorios para el pene, y esas bragas, usted ya sabe con pirula incorporada.
- Está claro que no te puedo dejar solo.
- Si yo no hacía nada Don Alfredo. Más que nada por que no me atrevía. Además con cada cosa que sacaba yo me ponía cada vez más nervioso, y noté como con cada aparato, me miraba cada vez más. Si no estuviese en el medio del camino hacia la puerta, hubiese salido corriendo.
- Anda deja de hacer el tonto, pídele disculpas a las señoras por el error y ven para aquí.
- ¿No me va a mandar la ambulancia? De verdad que me encuentro muy mal.
- No, no te voy a mandar ninguna ambulancia, a donde igual te mando es al paro, por inútil, así que haz lo que te digo y tira para la oficina.
- Lo que usted diga Don Alfredo. Una pregunta, ¿si compro unas pilas, entra en el presupuesto de la empresa?
- Y ¿Para qué narices quieres tú unas pilas?
- No, si no son para mí, son para las señoras, es que los vibradores vienen sin pilas.
- Las pilas te las voy a poner yo a ti, merluzo.
- Bueno, Don Alfredo, no se ponga así. Por cierto, ¿me podría dar usted un pequeño adelanto?
- ¿Ya estamos otra vez pidiendo adelantos?
- Es que vi un extensor que era muy barato, y pensé que igual me venía bien.
- Es una pena que en vez de un extensor no encontrases un multiplicador de neuronas, que te venía mucho mejor.
- ¿También tenemos de eso, y a qué precio salen?
- No, pedazo de zoquete, no tenemos de eso, pero no te preocupes que en cuanto lo inventen, a ti te lo regalo yo.
- Muchas gracias Don Alfredo, que bueno es usted.
- ¡Tonto, lo que soy es tonto!.

Continuará.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Nadie desgarra el sol. (Poema)

Nadie desgarra el sol
porque se quemaría
...pero tantos quisieran
nadie coge Marte 
porque se helaría
...pero tantos quisieran
nadie engaña a nadie
si lo descubren
...pero tantos quisieran
nadie quiere la guerra
porque la puede perder
... pero tantos quisieran
nadie realiza sus sueños
porque tiene miedo
...pero tantos quisieran
nadie desea el mal ajeno
porque sabe que es una quimera
...pero tantos quisieran
nadie se sienta a esperar a la muerte
porque piensa que es la propia
...pero tantos quisieran.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Micro cuento

                               Muerto, pero mío. Lo observaba y no podía creerlo, mis sentimientos eran inexplicables, una amalgama de sensaciones a cada cual más fuerte y todas ellas exacerbadas hasta su punto más álgido.
Frente a mí, permanecía inmóvil mi compañero durante tantos años, habíamos compartido una vida entera, y era insoportable verlo tirado en aquella cuneta, siendo consciente de que jamás volveríamos a compartir chicas, fiestas en la playa, excursiones a la montaña, o vacaciones por Europa.
Allí estaba, boca abajo, deformado. Lo miré por última vez antes de que se lo llevase la grúa.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Menudo Curro (sexta entrega)

- Don Alfredo.
- Dime Roberto.
- Tengo que contarle algo que igual no le gusta mucho.
- No sé si quiero que me lo cuentes, porque viniendo de ti me espero cualquier cosa. Dime, ¿qué te pasó esta vez?
- Es que tuve que dejar el coche en el taller.
- ¿Se estropeó?
- Mas bien lo estropearon.
- ¿Cómo que lo estropearon?
- Sí está un poco abollado y sin  cristales.
- ¡La madre que te parió! ¿Qué tuviste un accidente?
- No señor, yo el coche lo llevé muy bien, me lo estropearon ellos.
- No lo entiendo. ¿Quiénes son ellos?
- Ellos, son ellos, la gente del mitin.
- Pero no es posible, ¿cómo te van a estropear el coche la gente del mitín, si se supone que vas a apoyarlos?
- Es que hubo un error.
- ¿Qué error?
- Es que estoy hecho un lio Don Alfredo.
- Eso no es ninguna novedad, lo raro es que lo tuvieses todo claro.
- Yo creo que es que los papeles que usted me dio que están equivocados.
- Vamos a ver, pedazo de acémila, si te di los papeles, es precisamente para que te aclares, no para liarte más.
- Pero yo es que no lo entiendo Don Alfredo.
- Si tú no tienes nada que entender, con que hagas lo que te puse en el papel es suficiente.
- Pero es que el papel me lía.
- Sí te lía si, como si fuera un porro. ¡Qué te va a liar ni que narices!.
- Qué sí, Don Alfredo que yo no comprendo como se puede trabajar para todos, aunque claro, mi madre también me dice que son todos iguales.
- Tú si que eres igual, pero a los monos del zoo. Trabajamos para los que nos pagan, que al final de eso se trata, de trabajar para conseguir dinero. ¿Eso lo entiendes?
- Sí Don Alfredo, eso sí, yo si no necesitase el dinero, tampoco trabajaría.
- No si al final vas a ser una lumbrera.
- Es que cuando usted se explica bien, da gusto, se le entiende todo.
- ¿Y entonces, qué es lo que no entiendes?
- Verá Don Alfredo. Yo me lio con todo lo de la campaña, porque claro un día me manda a buzonear papeles para que me sume al cambio, otro día estoy repartiendo octavillas de más Asturias, mejor España, al día siguiente tengo que colocar una pancarta que me manda pelear por lo que creo, después tengo que megafonear que hay que rebelarse, y menos mal que el resto de partidos lo hacen ellos, porque si no me liaría más todavía.
- No si tú para liarte tampoco es que necesites mucho. Pero quieres decirme que tiene que ver todo eso con lo del coche.
- Pues que con el lio que tengo me confundí de día y en vez de presentarme con el coche en el mitin del PP, me presenté en el de IU.
-Me estás diciendo que te presentaste con el coche del PP, pintado con sus colores y con la megafonía con la propaganda electoral de Rajoy, en un mitin de los comunistas.
- No el mitin era de IU, comunistas casi no había.
- Tú eres corto, corto, corto, no me cuentes más que me lo puedo imaginar…
-….
- ¿Pero quieres decirme qué le pasó al coche?
- Ah, perdone Don Alfredo, como me dijo que se lo podía imaginar.
- Era una frase hecha, medio lelo. Que digo medio lelo, lelo entero. Dime lo que pasó después.
- Pues no lo sé, porque yo entré al mitin a poyar como usted me mandó. E hice todo lo que usted me dijo, cuando aplaudían yo aplaudía, cuando cantaban yo cantaba y cuando movían la bandera yo sacaba la mía y también la movía, aunque la mía duró muy poco, porque nada más que la saqué, alguien me la quitó y entre cuatro me agarraron en volandas y me sacaron del mitin, pero fueron muy buenos Don Alfredo, porque no me pegaron.
- Se darían cuenta de lo corto que eres, y ¿qué pasó después?
- Después fue cuando vi el coche.
- ¿Y que tenía el coche?
- Pues de mano me costó reconocerlo, porque le habían cambiado el color. Pero supe cual era por las luces que se encienden al darle al mando a distancia.
- Voy a comprarte yo a ti un mando a distancia de esos a ver si también se te enciende alguna luz.
- Y cuando me acerque vi que no le quedaba un cristal sano, y que la habían cambiado las banderas, por cierto Don Alfredo, las guardé por si estos días las necesita usted para algo.
- Si te cuento para lo que se me ocurre que las puedo utilizar…. Sigue con lo del coche.
- Pues nada lo llevé a un taller, para que usted no se tenga que preocupar por nada.
- Y ¿qué te dijo el del taller?
- ¿Qué si se verdad lo quería reparar?, porque me traía más cuenta comprar uno nuevo.
- ¿Qué?
- No se preocupe que ya le dije que eso lo decidía usted. Más que nada porque si no le tenía que dejar una señal.
- La señal te la voy a dejar yo a ti, pero de tráfico, clavada en la cabeza.
- Don Alfredo, una cosa. Como no tengo coche, ¿puedo pedir un taxi para volver a casa a nombre de la empresa.
- Puedes volver a casa como los de San Fernando.
- ¿Y eso cómo es Don Alfredo?
- Pues un rato a pie y otro andando, imbécil.

Continuará

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Asturies 2011

Cola mirada perdida,
L’aliendu sele,
La llingua mordía,
Enchipáu de pasado,
Y futuru escayíu,
Ensin xera pa la xente.
Pal nueso pesar,
Nomase Asturies.

lunes, 14 de noviembre de 2011

No me digas. (Canción)

Nunca había hecho una canción, pero siempre hay una primera vez para todas las cosas. Aprovechando que los lunes publico las cosas mas raras... ahí os dejo esta.


No me digas. 

No me digas que lo nuestro nunca tendrá un final,
No me digas que entre nosotros siempre habrá amistad,
No me digas que me amas, pero me tienes que dejar.
No me digas esas cosas, no lo digas nunca más.
No me digas esas cosas o no te podré olvidar.

Te doy las gracias por lo vivido, sentimientos y demás,
Yo no dudo de lo nuestro, pero lo tendrás que explicar.
Cada mañana en la cama siento ya la soledad,
Todavía no te has ido, pero aquí ya no estás.
Que te amo tú lo sabes y no lo podrás cambiar.

Es más duro despedirte, sin saber cuando te irás,
Cada minuto que pasamos puede ser el final
de esta historia que un día nos logró atrapar,
en una telaraña llena de amor de verdad
y aunque deba, tú lo sabes, yo no quiero abandonar.

Dame un tiempo, dame un día, no te pido nada más,
Que sentarme a tu lado y poderte cantar
Luego iré hacia adelante y no te volveré a llamar
Y quizás algún día tú me logres perdonar
Que termine con lo nuestro por culpa de tú infidelidad.

No me digas que lo nuestro nunca tendrá un final,
No me digas que entre nosotros siempre habrá amistad,
No me digas que me amas, pero me tienes que dejar.
No me digas esas cosas, no lo digas nunca más.
No me digas esas cosas o no te podré olvidar.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Método (Cuentín)

Método.


Todos los días tenía las mismas costumbres, le molestaba que cualquier cosa interrumpiese su rutina diaria, se diría que le molestaría hasta que le tocase la lotería, por lo que significaría de cambio en su vida. No hacía por ver ni a sus familiares, quizás por eso se llevaba tan bien con ellos. Era un hombre afable, pero tenía pocas oportunidades de demostrarlo debido a su gusto por la soledad y la rutina. Odiaba leer la prensa, le parecía algo soez y de mal gusto, y se podría decir que no le preocupaba demasiado lo que sucedía en el mundo. Era una persona culta, sobria, austera y sin grandes pasiones, al menos que se conociesen.
Su vivienda estaba situada en un piso mediocre de un barrio de trabajadores, llevaba viviendo en el mismo sitio desde que todo el mundo recordaba, aquella había sido su casa desde sus tiempos laborales, ahora ya jubilado, disfrutaba de la vida, o al menos eso era lo que él afirmaba.
En el barrio poca gente le conocía a pesar de vivir en el mismo durante más de sesenta años, pero sus recias costumbres, hacían que pasase desapercibido para la mayoría de sus vecinos, que prácticamente ni se fijaban en él cuando lo veían pasar.
La única persona que lo visitaba todos los viernes a la una de la tarde en punto, era un viejo compañero del trabajo, con el que pasaba las tardes, departiendo sobre lo divino y lo humano, jugando al ajedrez y tomando un café, que como es evidente siempre se hacía metódicamente.
Las partidas de ajedrez se hacían eternas, ya que ambos eran tan rigurosos, que en realidad, si afirmásemos que llevaban años jugando la misma partida con una repetición constante e infinita de movimientos, en realidad no mentiríamos.
Eran las cuatro de la tarde, ambos estaban ensimismados pensando cuál sería su próximo movimiento que sin lugar a dudas sería el mismo de todos los días. Y en ese mismo momento pudieron escuchar un gran estruendo en la calle, sirenas y griteríos de marabunta que se acercaban por la calle.
Su obstinación porque nada modificase sus hábitos, hizo que ninguno de los dos expresase nada al oír aquella algarabía, impertérritos continuaron con su partida, mientras que los ruidos cada vez se acercaban más.
Se acercaba la hora del café y al mismo tiempo también lo hacían los ruidos de la calle. El abandonar momentáneamente la partida, para hacer el café, les tentó por un momento a asomarse a la ventana para observar que era lo que sucedía, pero ninguno de los dos quiso variar su rutina, y mucho menos en presencia de su alma gemela.
Sintieron un ruido en la puerta del portal, y acto seguido se dieron cuenta de unas pisadas que subían por la escalera.
El ruido del café al hervir se entremezclo con unos golpes en la puerta, ambos amigos se miraron al tiempo que se preguntaban, al igual que todos los días a esa misma hora, cuantos terrones de azúcar deseaban tomar con el café.
Los golpes de la puerta se convirtieron en aporreos, y al grito de ¡abran la puerta, policía!, esta se vino abajo, permitiendo el acceso a la casa de varias dotaciones de la policía a la que seguía una multitud enardecida por la noticias del diario de la mañana en la que el jefe de policía anunciaba la próxima resolución del caso de los asesinatos ocurridos en el barrio durante más de sesenta años.
La irrupción de la policía encontró a los dos amigos, terminándose el café, al tiempo que jugaban su última partida, Jaque mate se pudo oír al tiempo que movía su reina, hecha de huesos de una de sus múltiples víctimas, lo mismo que el resto de piezas que metódicamente habían conseguido reunir.

Menudo Curro (Quinta entrega)

La entrega de hoy va con un poco de retraso, pido disculpas, son cosas del curro.



-En mi vida pasé tanta vergüenza.
- Pero, ¿Por qué me dice eso Don Alfredo?
-¿Qué por qué te lo digo? Porque eres un animal, nos dejaste en evidencia a todo el mundo, y encima delante de la televisión y la prensa. Si es que estás para que te encierren.
- Si yo solo dije lo que pensaba.
- Ese es el problema, que lo tuyo no es pensar. Además cuando te contraté, ¿te añadí algún plus por pensar?
- Creí que eso estaba incluido en el sueldo.
- En tu caso no. Que te quede muy claro; yo no te pago por pensar que no se te da muy bien.
- El caso es que no sé porque se pone así, no entiendo nada.
-Que no lo sabes, pues claro que no lo sabes, si ya se lo advertí al alcalde que lo mejor era que no hablases.
- A mí me cayó muy simpático, en las elecciones igual le voto.
- ¡Pero que le vas a votar si le acabas de hundir la carrera!.
- ¿Yo? ¿Pero por qué me dice eso Don Alfredo?
- ¿Quieres que te lo enumere o te sirve con un resumen Robertín?
- No sé Don Alfredo usted ¿qué cree que es mejor?
-No me preguntes eso, que ahora mismo estoy deshojando la margarita entre el asesinato o el suicidio. Vas a acabar conmigo.
- No me diga eso Don Alfredo, que yo me preocupo por usted.
- No, si no se trata de mí, se trata de ti, al que quiero suicidar y más después de lo de hoy.
- Pero si yo solo hice lo que me mandaron.
- Ese es el problema, te mandaron hablar y hablaste, y ahí empezó todo el lio.
- Pero si hoy no me pegaron, hoy tuve un buen día.
- Sí, hoy hubo palos para casi todo el mundo menos para ti. ¿Te das cuenta de aquellos chicos tan grandes que nos seguían?
- ¿Los que estaban delante de toda la gente que venía detrás?
- Exacto, Robertín, esos mismos. Pues esos eran los guardias de seguridad, que seguro que a partir de hoy se replantean su profesión, porque creo que no sabían si protegernos o lincharnos, y los que venían detrás querían saludarte muy “efusivamente” y no precisamente para pedirte un autógrafo. Para que lo entiendas bien, voy a empezar por el principio y no me interrumpas. Vamos a ver, vale que hoy fuese tu día, vale que el ayuntamiento te hiciese un homenaje por salvarle la vida a aquella señora, vale que el alcalde te expresase su gratitud en nombre del concejo, vale que la señora estuviese muy agradecida y te lo dijese, vale que su marido estaba muy contento, vale que el jefe de policía se disculpó ante ti por el error que cometieron y vale que yo como tu jefe hablase bien de ti, y esta última parte no veas lo que me costó. Es decir está bien que fueses un héroe local y que te hiciesen un acto con toda la prensa y la televisión local. Y todo iba perfecto hasta que apareciste tú para hablar.
- Yo aparecí cuando me mandaron.
- ¿Y no se te ocurrió ir vestido de otra forma?
- Es lo que me mandaron ponerme.
- ¿Qué alguien te mandó aparecer allí vestido de spiderman? Pero si es lo más ridículo que vi en mi vida. Bueno eso y como te quedaba la primera funda que te dimos.
-Fueron aquellos chicos que estaban allí.
- ¿Qué chicos?
- Aquellos tan majos que viven en la plaza en tiendas de campaña.
-¿Te refieres a los indignados?
- Sí, creo que se llamaban así. Yo cuando llegué como iba un poco tarde y les ví que vivían allí pues les pregunté a ellos.
- Ahora lo entiendo todo. Y fueron ellos los que te pusieron ese traje.
- No Don Alfredo, lo puse yo solo, ellos solo me lo dieron.
- Hasta ahí llego Roberto, ya me imagino que te lo pusiste tu solito que ya eres bastante mayorcito, aunque no lo parezca. Y después te dieron el discurso.
- Lo primero que dije sí, después cuando usted me dijo que tirase el papel y pidiese disculpas, eso ya fue cosa mía.
- Lo recuerdo Roberto y no sé lo que fue peor. Todavía recuerdo a  toda la plaza coreando lo que tú decías.
- ¿A qué se refiere a aquello de “no hay pan para tanto chorizo”?
- No, si eso fue hasta más discreto dentro de lo que cabe, fue peor cuando empezaste con lo de “este alcalde roba como nadie”. Amén del resto de consignas, pero donde ya lo bordaste fue cuando llamaste al señor alcalde por su mote.
- Pero yo pensé que todo el mundo lo llamaba así.
- Pero no delante de él alma cándida. ¿a ti te parece que la gente le llame ali-baba a la cara?
- Ya me parecía a mí que no tenía cara de moro.
- cara de moro te voy a dar yo a ti. Y hablando de caras la que le quedó a la pobre señora cuando explicaste lo del boca a boca. ¿Pero no te podías haber ahorrado los detalles?
- Se refiere a cuando conté lo de la ropa o a cuando dije que yo le hacía el boca a boca pero que no estaba pensando en hacerle nada sexual con ella.
- Eso es lo malo Roberto, que no tenías que haber dicho nada, que diciendo eso la pusiste en evidencia, sobre todo cuando dijiste que el aliento le olía a wisky. ¿A ti nunca te dijeron que estabas mejor callado?
- ¿Aparte de usted?
- Sí Roberto.
- Me lo dice mucha gente todos los días.
- Pues hazles caso, de verdad, que te va a ir mejor. Y vamos a ahorrar muchos problemas como la batalla campal de hoy.
- ¿Qué batalla?
- ¿Tú, por casualidad alguna vez te enteras de algo?
- Pues claro Don Alfredo, a mí me gusta estar enterado de todo.
- Ya lo veo, no das más de si, y no hay manera, mira que no enterarse de la bronca que armaron entre los del 15-M que estaban coreando tus consignas y los seguidores del alcalde, que como se acercan las elecciones estaban allí para arroparle y mirar a ver si conseguían algún enchufe.
- ¿Se refiere a cuando empezaron a lanzar las macetas y las papeleras?
- Exacto, a eso me refiero, si al final no vas a ser tan tonto como pareces.
- Yo pensé que era porqué estaban vitoreando al alcalde.
- sí que va a ser más tonto sí.

Continuará.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Pegoyos d'amor

Faltame muncha xente, de xuru qu'escaezo a daquién, pero güei petabame falar de Lore, ensin ella nun sedría lo que soi.



Pegoyos d’amor,
Onde veo la to sorrisa,
Muries de ciñu,
Que m’aporten la mio tranquilidá,
Roques d’afalagos,
Que xixilan el mio coral,
Calamiyeres de poleyu,
Que faen el mio sueño sele,
Cinches  de chuchos.
 Sofiten la mió felicidá.
¿Quién faló qué lo nueso nun cuayaba?

martes, 8 de noviembre de 2011

lunes, 7 de noviembre de 2011

Familia numerosa

1
2
3
5
7
11
13
17
19
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41
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83
89
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103
107
109
113
127
131
137
139
149
151
157
163
167
173
179
181
191
193
197
199
211
223
227
229
233
239
241
251
257
263
269
271
277
281
283
293
307
311
313
317
331
337
347
349
353
359
367
373
379
383
389
397
401
409
419
421
431
433
439
443
449
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461
463
467
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509
521
523
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599
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719
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821
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839
853
857
859
863
877
881
883
887
907
911
919
929
937
941
947
953
967
971
977
983
991
997
...

viernes, 4 de noviembre de 2011

Mini cuento

Si el tren sólo pasa una vez en la vida,
y la vida pasa volando,
¿No nos estaremos equivocando de estación?

jueves, 3 de noviembre de 2011

Menudo Curro (cuarta entrega)

Menudo Curro



- ¿Sí, diga?
- Don Alfredo, soy Roberto
- ¿Qué haces llamándome si tenías que estar trabajando? ¡Esta vez no armarías ninguna, porque el trabajo era sencillísimo!
- Don Alfredo, tengo que hacerle una pregunta.
- Dime Roberto.
- ¿La empresa tiene abogado? Es que necesito uno.
- ¿Cómo qué si tenemos abogado y que necesitas uno? Ya me tiembla hasta el bigote, a ver explícate, ¿para que necesitas un abogado?
- ¿Pero lo tenemos o no?
- Pues claro que sí, tenemos un bufete entero de abogados a nuestra disposición, tienen la sede en Nueva York ¿te sirve?
-La verdad es que no lo sé, igual desde Nueva york tardan un poco en llegar, ¿Usted qué cree Don Alfonso?
- ¡No hombre, qué van a tardar! Si te hacen falta no te preocupes que los voy a buscar en mi avión privado.
- Muchas gracias Don Alfredo, ¡Qué bueno es usted conmigo!
- Sí buenísimo, si no fuera por lo que es, ya estabas despedido el primer día. Pero cuenta Robertín, ¿qué problema tienes para necesitar un abogado?
- Es que los policías me recomiendan llamar a un buen abogado, y como estaba trabajando cuando ocurrió todo, pues pensé que lo mejor era llamarle y que me mandase al abogado de la empresa.
- ¡Este tío si es más tonto no nace! ¿Puedes explicarme que narices haces con unos policías?.
- Pues estos policías están protegiéndome porque hay un señor que dice que me quiere matar.
- No hay uno, hay dos, uno ahí y otro aquí.
- ¿Qué hay otro ahí? ¿Y el de ahí quién es?
- ¡Mi primo el de Cuenca! A ver, déjame contar hasta diez para calmarme. Si se supone que estabas trabajando, ¿cómo es que tienes un señor ahí que quiere matarte?
- Me quiere matar por lo de la violación de su mujer.
- ¡No me lo puedo creer, no me lo puedo creer, no me lo puedo creer! ¿Qué has hecho pedazo de acémila?
- Nada Don Alfredo. Solamente lo que usted me mandó.
- Sí, claro, en el parte de trabajo ponía claramente: Roberto, debe usted violar a todas las mujeres que encuentre a su paso.
- Pues eso no lo vi.
- ¡Qué vas a ver, ni que vas a ver, tarado que eres un tarado! ¿Pero cómo llegaste a esa situación? Si solo tenías que estar sentadito en tu sillita y decir buenos días a la gente, ¿realmente es tan difícil?.
- No Don Alfredo, si eso era muy fácil, lo que pasa es que se complicó.
- ¡Sí, como el parto de tu madre, rico!
- Se lo voy a contar desde el principio, que veo que no se está usted enterando.
- ¿Pero cómo quieres qué me entere si me estás pidiendo un abogado rodeado de policías y con un señor que te quiere matar porque violaste a su mujer?
- No Don Alfredo que yo a la señora no la violé, lo demás es todo verdad, pero eso no.
-¡Ah, bueno, ahora me quedo más tranquilo! Solamente tengo un empleado representando a mi empresa, que necesita un abogado y una escolta personal, al que al parecer acusan de violación, pero que es una acusación infundada. Pues nada, si solo se trata de eso casi que me voy a tomar unas cañitas para celebrarlo.
- ¡Que las disfrute Don Alfredo! Pero acuérdese de lo del bufete ese de Nueva York.
- De Nueva York no, de Nueva Deli te lo voy a mandar, pedazo de alcornoque. ¡Cuéntame de una vez que te pasó! Cuéntamelo despacito y desde el principio.
-Muy bien Don Alfredo, ya verá como en cuanto se lo cuente no se enfada, si yo solo hice lo que usted haría en mi lugar.
-¿Qué solo hiciste lo que yo haría en tu lugar? Deja de decir tonterías y menos delante de la policía que todavía me arrastras contigo a chirona.
-Yo llegué temprano a trabajar al centro de convenciones y me presenté al portero tal y como usted me mandó ¿A qué lo hice bien?
- Muy bien Robertín, muy bien, no sabes lo orgulloso que estoy de ti. ¿Y qué hiciste después, majete?
- Fui a ocupar mi puesto a la entrada de los baños, y me senté en la silla, tal y como usted me mandó, y le daba los buenos días a todo el mundo que entraba.
- Eso es, eso es lo que tenías que hacer, única y exclusivamente eso y revisar de vez en cuando los baños, para que no faltase ni papel, ni jabón ni toallas, y ya. No me parece tan difícil. ¿Qué fue lo que salió mal?
-No, no salió nada mal, solo se puso mala la señora.
- Ya llegamos a la señora. ¿Qué le hiciste a la señora?
- El boca a boca.
- ¿Qué le hiciste qué?
- El boca a boca.
- Sí eso ya lo había entendido ¿Y puedo saber por qué le hiciste el boca a boca?
- Porque la señora se había desmayado.
- Bien empiezo a entenderlo. Y si no te molesta la pregunta ¿por qué te acusan de intento de violación?
- Pues no lo sé, igual fue porque cuando llegó el marido, estábamos los dos en el suelo medio desnudos y yo le estaba haciendo el boca a boca.
- ¿Cómo que estabais los dos medio desnudos?
- Sí, es que ella estaba en el baño cuando se cayó y no le dio tiempo a la pobre a vestirse.
- Bueno esa parte es comprensible, ¿pero se puede saber por qué estabas tú medio desnudo?
-Es que me estaba vistiendo.
- ¡Ah, claro! A mí también me pasa, cada vez que me visto acabo haciéndole el boca a boca a una señora, estando los dos medio desnudos.
- ¿De verdad? Entonces ahora ya me entiende.
- Cada vez te entiendo menos, merluzo. ¿Por qué te estabas vistiendo?
- Porque me estaba poniendo el traje de la empresa.
- A ver, como a los niños pequeños. ¿Y dime chiquitín, por qué no tenías ya puesto el traje?
- Porque antes no lo tenía, me lo acababa de traer mi madre de lavarlo. Y por cierto quedó muy bien, se quitaron casi todas las manchas de sangre.
- No te preocupes que en cuanto te pille las manchas van a reaparecer.
- No hace falta Don Alfredo, si está mejor así.
- A ti te voy a decir yo, como está mejor. Termina de explicarte. Estabas cambiándote ¿y qué pasó?
- Pues estaba poniéndome la ropa cuando oí un golpe tremendo, y una mujer dando voces, así que salí corriendo, me fui al baño de señoras y la encontré allí en el suelo, y como vi que estaba mal, me puse a hacerle el boca a boca.
- ¿Y tú sabes hacer el boca a boca?
- Pues claro Don Alfredo, lo he visto hacer en muchas películas. ¿le extraña?
- A mí me extraña que seas capaz de respirar, fíjate lo que te digo. ¿Y entonces que pasó?
- Que a pesar de que yo estaba intentando reanimar a la señora, ésta se desmayó.
- Yo también me desmayaría si veo tu careto. Sigue.
- Y después cuando estaba dándole los masajes cardiorespiratoriosvasculares, apareció el marido.
- Te voy a dar yo a ti masajes. ¿Y no le explicaste al marido lo que pasaba?
- No pude por que empezó a pegarme, pero estoy muy contento Don Alfredo ¿Sabe por qué?
- Sí, porque eres tonto del culo y masoca.
- No Don Alfredo, estoy contento porque no me pegó en la nariz.
- Mira que amable, que me la dejó para mí. ¿Y cómo está la situación ahora?
- Pues están esperando a ver si la señora mejora;  la están atendiendo unos médicos, y a mí la policía me dijo que como cuando se recupere la señora si no confirma mi versión, que llamé a un abogado y por eso le llamaba Don Alfredo.
- Voy para allá. Mientras tanto hazme un favor.
- Usted dirá Don Alfredo.
- No le digas a nadie que me conoces.

Continuará. 

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Poema d'Alba

Un de los meyores díis de la mio vida, foi un 11 de setiembre, ese díi vino al mundio la mio sobrina Alba, a la que-y dedico esti poema.


Poema d’Alba


Entama la ñeve a fundise nel  cumal
Al tiempo que medren amores nel  to coral
Empobinase l’agua faciéndose regato
Y camiento que seyan amores foriatos.

Garra fuercia la crecida q’agora ye rio
Y tu dexes de ser neña esposigando na vida,
Baxa con puxu, glayando ente peñes
Siénteslo y duelte; nómalo amor.

Agua xiblante, agua fresco, batido
Per  tristures y allegríes pases
Regales la vida nel llano
Prestaríame agora, curiate.

Dempúes del viaxe aportas caberamente,
Pero nun puedo facer el to Camín
Sele, ensin duelgu, prestándote enforma
Nin llibrate del to sufrir

Siéntote. Una güeyada valme pa sábelo,
Dende gota, ficístete rio, ficístete llibre,
Esnala’l cumal. Funde la ñeve
Disfruta l’amor, cuando llegue.