jueves, 3 de noviembre de 2011

Menudo Curro (cuarta entrega)

Menudo Curro



- ¿Sí, diga?
- Don Alfredo, soy Roberto
- ¿Qué haces llamándome si tenías que estar trabajando? ¡Esta vez no armarías ninguna, porque el trabajo era sencillísimo!
- Don Alfredo, tengo que hacerle una pregunta.
- Dime Roberto.
- ¿La empresa tiene abogado? Es que necesito uno.
- ¿Cómo qué si tenemos abogado y que necesitas uno? Ya me tiembla hasta el bigote, a ver explícate, ¿para que necesitas un abogado?
- ¿Pero lo tenemos o no?
- Pues claro que sí, tenemos un bufete entero de abogados a nuestra disposición, tienen la sede en Nueva York ¿te sirve?
-La verdad es que no lo sé, igual desde Nueva york tardan un poco en llegar, ¿Usted qué cree Don Alfonso?
- ¡No hombre, qué van a tardar! Si te hacen falta no te preocupes que los voy a buscar en mi avión privado.
- Muchas gracias Don Alfredo, ¡Qué bueno es usted conmigo!
- Sí buenísimo, si no fuera por lo que es, ya estabas despedido el primer día. Pero cuenta Robertín, ¿qué problema tienes para necesitar un abogado?
- Es que los policías me recomiendan llamar a un buen abogado, y como estaba trabajando cuando ocurrió todo, pues pensé que lo mejor era llamarle y que me mandase al abogado de la empresa.
- ¡Este tío si es más tonto no nace! ¿Puedes explicarme que narices haces con unos policías?.
- Pues estos policías están protegiéndome porque hay un señor que dice que me quiere matar.
- No hay uno, hay dos, uno ahí y otro aquí.
- ¿Qué hay otro ahí? ¿Y el de ahí quién es?
- ¡Mi primo el de Cuenca! A ver, déjame contar hasta diez para calmarme. Si se supone que estabas trabajando, ¿cómo es que tienes un señor ahí que quiere matarte?
- Me quiere matar por lo de la violación de su mujer.
- ¡No me lo puedo creer, no me lo puedo creer, no me lo puedo creer! ¿Qué has hecho pedazo de acémila?
- Nada Don Alfredo. Solamente lo que usted me mandó.
- Sí, claro, en el parte de trabajo ponía claramente: Roberto, debe usted violar a todas las mujeres que encuentre a su paso.
- Pues eso no lo vi.
- ¡Qué vas a ver, ni que vas a ver, tarado que eres un tarado! ¿Pero cómo llegaste a esa situación? Si solo tenías que estar sentadito en tu sillita y decir buenos días a la gente, ¿realmente es tan difícil?.
- No Don Alfredo, si eso era muy fácil, lo que pasa es que se complicó.
- ¡Sí, como el parto de tu madre, rico!
- Se lo voy a contar desde el principio, que veo que no se está usted enterando.
- ¿Pero cómo quieres qué me entere si me estás pidiendo un abogado rodeado de policías y con un señor que te quiere matar porque violaste a su mujer?
- No Don Alfredo que yo a la señora no la violé, lo demás es todo verdad, pero eso no.
-¡Ah, bueno, ahora me quedo más tranquilo! Solamente tengo un empleado representando a mi empresa, que necesita un abogado y una escolta personal, al que al parecer acusan de violación, pero que es una acusación infundada. Pues nada, si solo se trata de eso casi que me voy a tomar unas cañitas para celebrarlo.
- ¡Que las disfrute Don Alfredo! Pero acuérdese de lo del bufete ese de Nueva York.
- De Nueva York no, de Nueva Deli te lo voy a mandar, pedazo de alcornoque. ¡Cuéntame de una vez que te pasó! Cuéntamelo despacito y desde el principio.
-Muy bien Don Alfredo, ya verá como en cuanto se lo cuente no se enfada, si yo solo hice lo que usted haría en mi lugar.
-¿Qué solo hiciste lo que yo haría en tu lugar? Deja de decir tonterías y menos delante de la policía que todavía me arrastras contigo a chirona.
-Yo llegué temprano a trabajar al centro de convenciones y me presenté al portero tal y como usted me mandó ¿A qué lo hice bien?
- Muy bien Robertín, muy bien, no sabes lo orgulloso que estoy de ti. ¿Y qué hiciste después, majete?
- Fui a ocupar mi puesto a la entrada de los baños, y me senté en la silla, tal y como usted me mandó, y le daba los buenos días a todo el mundo que entraba.
- Eso es, eso es lo que tenías que hacer, única y exclusivamente eso y revisar de vez en cuando los baños, para que no faltase ni papel, ni jabón ni toallas, y ya. No me parece tan difícil. ¿Qué fue lo que salió mal?
-No, no salió nada mal, solo se puso mala la señora.
- Ya llegamos a la señora. ¿Qué le hiciste a la señora?
- El boca a boca.
- ¿Qué le hiciste qué?
- El boca a boca.
- Sí eso ya lo había entendido ¿Y puedo saber por qué le hiciste el boca a boca?
- Porque la señora se había desmayado.
- Bien empiezo a entenderlo. Y si no te molesta la pregunta ¿por qué te acusan de intento de violación?
- Pues no lo sé, igual fue porque cuando llegó el marido, estábamos los dos en el suelo medio desnudos y yo le estaba haciendo el boca a boca.
- ¿Cómo que estabais los dos medio desnudos?
- Sí, es que ella estaba en el baño cuando se cayó y no le dio tiempo a la pobre a vestirse.
- Bueno esa parte es comprensible, ¿pero se puede saber por qué estabas tú medio desnudo?
-Es que me estaba vistiendo.
- ¡Ah, claro! A mí también me pasa, cada vez que me visto acabo haciéndole el boca a boca a una señora, estando los dos medio desnudos.
- ¿De verdad? Entonces ahora ya me entiende.
- Cada vez te entiendo menos, merluzo. ¿Por qué te estabas vistiendo?
- Porque me estaba poniendo el traje de la empresa.
- A ver, como a los niños pequeños. ¿Y dime chiquitín, por qué no tenías ya puesto el traje?
- Porque antes no lo tenía, me lo acababa de traer mi madre de lavarlo. Y por cierto quedó muy bien, se quitaron casi todas las manchas de sangre.
- No te preocupes que en cuanto te pille las manchas van a reaparecer.
- No hace falta Don Alfredo, si está mejor así.
- A ti te voy a decir yo, como está mejor. Termina de explicarte. Estabas cambiándote ¿y qué pasó?
- Pues estaba poniéndome la ropa cuando oí un golpe tremendo, y una mujer dando voces, así que salí corriendo, me fui al baño de señoras y la encontré allí en el suelo, y como vi que estaba mal, me puse a hacerle el boca a boca.
- ¿Y tú sabes hacer el boca a boca?
- Pues claro Don Alfredo, lo he visto hacer en muchas películas. ¿le extraña?
- A mí me extraña que seas capaz de respirar, fíjate lo que te digo. ¿Y entonces que pasó?
- Que a pesar de que yo estaba intentando reanimar a la señora, ésta se desmayó.
- Yo también me desmayaría si veo tu careto. Sigue.
- Y después cuando estaba dándole los masajes cardiorespiratoriosvasculares, apareció el marido.
- Te voy a dar yo a ti masajes. ¿Y no le explicaste al marido lo que pasaba?
- No pude por que empezó a pegarme, pero estoy muy contento Don Alfredo ¿Sabe por qué?
- Sí, porque eres tonto del culo y masoca.
- No Don Alfredo, estoy contento porque no me pegó en la nariz.
- Mira que amable, que me la dejó para mí. ¿Y cómo está la situación ahora?
- Pues están esperando a ver si la señora mejora;  la están atendiendo unos médicos, y a mí la policía me dijo que como cuando se recupere la señora si no confirma mi versión, que llamé a un abogado y por eso le llamaba Don Alfredo.
- Voy para allá. Mientras tanto hazme un favor.
- Usted dirá Don Alfredo.
- No le digas a nadie que me conoces.

Continuará. 

2 comentarios:

  1. Jajajajaj, madre miaaa, pobre hombre, todo le pasa a él, jajajajaj ya tengo ganas de leer el capitulo de la próxima semana, porque este me parece insuperable jajajajajaj

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  2. Ay madre, y al final se recuperara la señora? confirmara la version de Roberto? este hombre no tiene remedio, jajaaja

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