lunes, 19 de diciembre de 2011

Destino desconocido (historia por partes)

Hoy casi se me acaba el día y no llego a tiempo para publicar, pero al final, lo conseguí

Destino desconocido

Estaba acodado en la borda del barco, viendo como el viento hacía avanzar a la nave, que a su vez rompía el agua y producía ondulaciones a lo largo del casco. Había tenido un día duro en la cocina, parecía como si el partir del puerto y los días que la tripulación había permanecido en tierra, hubiesen incrementado el apetito de toda la tripulación, así que el abundante trabajo le impidió poder vigilar la entrada de la bodega de la forma que a él le hubiese gustado. El ruido ya conocido del mar le acompañaba mientras disimuladamente observaba la entrada buscando su oportunidad para acceder a su interior, sin levantar sospechas. Cuando por fin lo consiguió, entró de forma sigilosa e instintivamente buscó con la mirada el plato que había dejado el día anterior. Cuando lo vio vacío, se armó de valor y grito a la oscuridad de la bodega.
– Está bien, se le ha acabado el juego, arriba le están esperando, así que haga el favor de salir de su escondite y no presentar ningún tipo de resistencia, en caso contrario, mis compañeros darán cuenta de usted.
De la que pasaba al lado de la entrada de la bodega, le pareció sentir la voz de Alfonso dentro de la misma, así que decidió gastarle una broma. Siempre se había llevado bien con él, desde el primer día que coincidieron en el barco, Alfonso era un grumete muy trabajador y vivaracho, siempre se le veía alegre y nunca protestaba por nada, a pesar de que su ración fuese escasa o el trabajo fuese más duro que el de otros niños de la tripulación. Nunca perdía detalle de lo que hacía la marinería y transmitía su amor por el mar y por esta vida tan dura. Sus ojos oscuros siempre estaban pendientes del mínimo detalle y su cerebro asimilaba rápidamente lo que veía, de esta forma aprendía rapidísimamente y no pasaba desapercibido para nadie, algo que al mismo tiempo y para su desgracia, solo le acarreaba un aumento en sus tareas diarias. En cierto modo el pequeño grumete le recordaba a él mismo hacía casi una década
. Bajó las escaleras en silencio y se situó por detrás del grumete y antes de que este pudiese percibir el más mínimo movimiento, le inmovilizó los brazos y le tapó la boca con sus manos.
- Es usted hombre muerto, querido Alfonso.
El muchacho, empezó a temblar de miedo, giró su cabeza y al ver el rostro conocido y familiar de Felipe, emitió un grito de alegría que quedó ahogado entre las manos de su compañero.
- ¿Qué haces aquí solo? ¿Y por qué estabas gritando?
- No estoy solo, arriba me espera una parte de la tripulación, bien armada y dispuesta a dar su merecido al polizón.
- ¿De qué polizón hablas? ¡Si arriba no hay nadie!
- ¡Shhhhhhh! ¡Callate! – dijo Alfonso entre murmullos -  ¡ Vayamos a cubierta marinero, que el oficial al mando ya le explicará la situación!
- Me preocupas Alfonso,  ¿a que juegas?.
El grumete agarró del brazo a su amigo y trató se sacarlo de aquella bodega para poder hablar tranquilamente, aunque la resistencia de Felipe y la mayor corpulencia de este, hacía baldío el esfuerzo del primero.
- ¿Quieres dejar de tirar de mí?, hay que ver lo raro que estás hoy.
- Hazme el favor de salir fuera.
Una vez en cubierta, Alfonso se apresuró a asegurar la salida de la bodega, y se llevó a su acompañante para poder hablar.
 Le llevó un tiempo que Felipe comprendiese la situación, pero una vez que lo consiguió,  este le tranquilizó y le encargó traer de la cocina tres platos con comida y una bota de vino.
Cuando regresaron a la bodega, el polizón alarmado y sorprendido en parte por lo que había visto y escuchado con anterioridad, les siguió atentamente, y pudo ver como se sentaban en el suelo con la espalda apoyada en las cajas y se disponían a comer, también pudo ver que parecían esperara a alguien ya que habían situado un tercer plato enfrente de ellos.
- Esta bien – comenzó a decir Felipe- está claro que sabemos que se esconde en la bodega, y que aún no hemos dado parte de su presencia, así que le aconsejo que se una a nosotros para comer, ya que al fin y al cabo está en nuestras manos, y además tarde o temprano tendrá que hacerlo, por que el hambre se lleva mal en soledad. Así podremos hablar y decidir entre todos que hacemos.
Los dos miembros de la tripulación empezaron a merendar y beber el vino con una actitud que dejaba a las claras que aquella comida no duraría demasiado.
- Como puede comprobar la comida está deliciosa, tenemos uno de los mejores quesos de Italia, un buen vino francés y buenos embutidos portugueses, somos de lo más internacional, así que haga el favor de salir de donde quiera que esté y únase a nosotros para que podamos hablar, tiene mi palabra que no sufrirá ningún daño.
Tanto Felipe como Alfonso, pensaron que no les quedaba más remedio que informar al capitán, después de no haber obtenido ninguna clase de respuesta, así que terminaron la comida, recogieron los utensilios, se despidieron de las sombras y se pusieron en pie para salir de la bodega.
Cuando se disponían a hacerlo, entrecortada por la luz que entraba del exterior vieron la silueta de un chiquillo que permanecía de pie frente a ellos.

Continuará.

1 comentario:

  1. Nos dejas con ganas de que llegue el viernes y la proxima entrega. Cada vez esta mas interesante.

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