viernes, 30 de diciembre de 2011

Destino desconocido (historia por partes)

La aparición de la figura les cogió por sorpresa, pero una vez superada la primera impresión, el primero en reaccionar fue Felipe que se dirigió directamente a la figura.
- Así que usted es nuestro polizón, la verdad es que le esperaba algo mayor, pero no pasa nada venga aquí y hablemos, puede estar tranquilo que no le haremos daño.
Sin apenas vacilaciones, aquel chiquillo que les franqueaba el paso empezó a caminar en su dirección, cuando estaba próximo a ellos, los dos primeros retrocedieron y se sentaron en los mismos lugares que habían ocupado con anterioridad, esperando que el polizón se uniese a ellos.
Una vez que se hubo sentado, los tres miembros del grupo se estuvieron mirando entre si, estudiándose y tratando de adivinar las verdaderas intenciones de los demás. Permanecieron un rato en silencio, como si romper el mismo fuese un acto de sacrilegio, como si el propio acto de hacerlo significase que aquel que lo rompiese sería el primero en desnudar su alma a los demás.
Alfonso se impacientó con la situación y era notablemente el que estaba más nervioso del grupo, mirando en todas las direcciones y tratando de descubrir sombras en la oscuridad, no podía permanecer quieto y por eso fue el primero en romper el silencio.
- ¿Está solo?
El polizón respondió afirmativamente moviendo la cabeza. En ese momento Felipe tomó las riendas de la situación y continuó con la conversación.
- ¿Cómo se llama muchacho?
- Rodrigo, mi nombre es Rodrigo y tengo el placer de hablar ¿Con?
- Mi nombre es Felipe y el de mi compañero Alfonso, Bien vayamos a lo que nos ocupa, veo que usted ha entrado ilegalmente en este barco en forma de polizón ¿Cuáles son sus intenciones?
- Quiero alejarme de mi casa y empezar una nueva vida, les agradecería caballeros que si aún no han dado parte a su capitán de  mi presencia, se abstengan de hacerlo al menos hasta el momento en el que sea imposible el retorno al puerto de origen o a las proximidades de la costa y me encuentre en situación de que me depositen en otro puerto.
- ¿Es usted consciente de lo que implica su petición y de lo que podría significar para nosotros en caso de ser descubiertos encubriendo a un polizón?
- No conozco exactamente la disciplina del barco ni lo férreo que es su capitán a la hora de aplicarla, pero puedo suponer que llevaría implícito algún castigo o bien físico como latigazos en el peor de los casos, o un aumento en sus faenas diarias.
- Veo que conoce algo del mundo de la marinería,  ¿alguna vez ha estado embarcado o es quizás unas enseñanzas de algún familiar?
- Siempre me he movido por el puerto y he escuchado muy atentamente las historias de los marineros, pero jamás he estado embarcado excepto para salir de pesca en pequeños botes.
- Rodrigo, le daré un consejo, no crea usted la mitad de las historias de los marineros.
-No lo hago señor, pero en cierto modo eso me ha ayudado a conocer algo su mundo.
- Pues sepa que nuestro mundo se puede venir abajo por el simple hecho de estar hablando con usted, así que si accedemos a su petición, ¿usted que haría a cambio por nosotros?
- Como puede apreciar no estoy en condiciones de hacer una gran oferta.
- Bien le explicaré la situación, en un par de días estaremos en plena travesía, así que sería de todo punto imposible el acercar el navío a tierra para desembarcarle a usted. En ese momento nosotros informaríamos de su presencia al capitán que dadas las circunstancias seguramente le incorporará a la tripulación, aunque dada su calidad de polizón seguramente le tocarán las faenas más duras y penosas. Debo advertirle que en el momento en el que alertemos de su presencia al resto de la tripulación, diremos que le acabamos de encontrar por casualidad, cuando usted salió de su escondite en busca de comida. Si no avalase esta afirmación yo mismo me encargaría de que jamás pudiese descansar sin temer una represalia por nuestra parte ¿está claro?
- Tiene mi palabra de que avalaré su teoría.
- Bien, confío en ello, por otro lado durante estos días nosotros nos ocuparemos de su manutención, pero si usted no es lo suficientemente discreto como para que no le descubran le aseguro que se arrepentirá de ello, y por último una vez que se incorpore a la tripulación, además de las tareas que el capitán le encargue, a de buscar usted tiempo para realizar aquellas que nosotros le ordenemos en pago por nuestra colaboración con usted. ¿Lo ha entendido?
- Sí, señor, y le aseguro que no se arrepentirá.
- Eso espero, quien seguro que se arrepiente es usted, estoy convencido de que dentro de unos días deseará no haber abandonado en ningún momento su hogar, aproveche estos días para descansar lo máximo que pueda, por que lo que le queda por delante será como bajar a los infiernos.
- El trabajo duro no me asusta.
- Rodrigo, el trabajo duro no le asustará, pero le aseguro que aún no sabe lo que es el trabajo duro. En fin, si está de acuerdo con el trato sellémoslo con un apretón de manos.
- Muy bien, por cierto he de hacerles una pregunta caballeros. ¿Cuál es nuestro destino?
- Esa pregunta deberá hacérsela usted mismo en persona al capitán cuando lo conozca, aunque le recomiendo que se abstenga usted de formularla.

Continuará…

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