- ¿Te quieres quitar de aquí?
- Es que no hay otro sitio Don Alfredo.
- Pues lo inventas, no pienso pasarme toda la cena de navidad de la empresa a tu lado.
- Don Alfredo, pero es que los demás sitios ya los cogieron.
- ¡Como que son tontos!, y van y te dejan a ti, aquí a mi lado. Bueno, siéntate pero te advierto que no me toques las narices en toda la cena.
- Sí, Don Alfredo, no se preocupe que va a estar muy contento de mí.
- Y eso fue lo que me dijo, y menuda noche lleva, ponme otra copa por favor Laura, antes de que regrese del baño y me la amargue.
- Jefe, ¿está tomando otra copa? ¡A ver si le va a sentar mal!
- Mal, dices, peor no me puede sentar.
- Jefe que yo lo digo por usted, que me preocupa, ya sabe que yo le quiero mucho.
- Sí ya sé que me quieres mucho desde que probaste el vino, que no paras de decirlo, haz el favor de no beber más
- ¡Ah, no, eso no! A mí no me gusta que mis amigos beban solos.
- ¡Que no soy tu amigo, que soy tu jefe! Y además es lo que quiero, tomarme una copa tranquilamente; si ya se marchó todo el mundo y eres el único que sigues pegado a mí.
- Es que yo le quiero mucho jefe.
- ¡Que pesadilla! ¡Hay que ver lo cariñoso que te pones cuando bebes!
- ¡Eso sí, jefe!, mi madre siempre me dice que soy muy cariñoso, ya desde niño. ¿Quiere que le dé un beso, Don Alfredo?
- Pero ¿cómo voy a querer que me des un beso? Lo que quiero es que me dejes solo. ¿A ti por qué se te ocurre pensar que yo voy a querer un beso tuyo?
- No sé Don Alfredo, es que como lo veo tan triste, y ahora que su mejer le dejó y encima está la navidad al caer, pues no sé, pensé que quizás necesita cariño y para eso estoy yo aquí.
- Sí necesito cariño, antes se lo pido a una mula… ¿Pero ahora que te pasa? ¿Qué estás llorando?
- Sí, Don Alfredo, es que yo le quiero mucho, y usted me dice esas cosas.
- ¿Pero qué quieres que te diga majadero? Si es que me sacas de quicio, y menuda noche me estás dando. ¿Qué quieres que te diga, que yo también te quiero mucho?
- ¡Oiga, Don Alfredo, no se confunda!.
- ¿Qué no me confunda? ¿Pero qué insinúas? ¿Pero si eres tú el que no para de decirme que me quiere?
- Sí Don Alfredo, pero no de esa manera
- ¿De qué manera?
- De esa que dice usted
- Pero si yo no dije ninguna, yo solamente te decía que si lo que querías era que te dijese eso.
- ¿El Qué?
- ¡Que te quiero!
- ¿Qué usted me quiere? ¡Muchas gracias Don Alfredo! ¡Yo a usted también! Y digo yo jefe, ya que nos queremos tanto, ¿Puedo llamarle Don Alfredín, es que me parece más cariñoso.
- ¡Ni Don Alfredín, ni leches! ¡Y deja de beber que no dices más que tonterías y me estás volviendo loco!
- ¡Sí, Jefe! ¡Brindo por usted!
- Brinda por lo que quieras, pero con tú copa, que esa es mía.
-¡Uy, usted perdone! Mejor me voy a bailar un poco que así me despejo.
- Mira, es lo más inteligente que te oigo decir en mucho tiempo, anda tira.
- Enseguida vuelvo jefe, no me eche mucho de menos. Por cierto jefe, es usted un tío de puta madre, y le quiero mucho jefe.
- ¿Pero qué hice yo, para aguantar esto? Anda vete a bailar un poco, a ver si me puedo acabar la copa de una vez.
…
- ¡Ya estoy de vuelta! Y vengo con estas dos amigas que quieren conocerle jefe.
- Roberto majete, ven un momentín que quiero decirte algo a solas.
- Sí, jefe, usted dirá. ¿A qué están buenas? Además ya les conté lo suyo
- ¿Lo mío, qué es lo mío?
- Sí, hombre, lo de su mujer, que le puso los cuernos en la tele en directo, delante de toda España.
-¿Pero a ti cómo se te ocurre decir esas cosas?
- Pues a ellas les interesó mucho, no sé que decían de enrollarse con usted y luego ir al sálvame.
- ¿Pero tú estás bien de la cabeza?
- Oiga jefe, que si no le gustan, busco otras, o si no me enrollo yo con ellas.
- ¿Pero qué estás diciendo? Ni vas a buscar otras como si fueras un perro de presa, ni te vas a enrollar con nadie, bueno eso es problema tuyo, pero a mí, me dejas al margen, vas a ir allí, te inventas lo que te dé la gana, pero a mí me dejas tomar mi copa tranquilamente, que es lo único que quiero.
- ¿Está seguro jefe?
- Sí estoy seguro.
- Bueno, pues hasta mañana jefe.
- ¿Te vas? ¡Menos mal!
- Sí jefe, voy a ver si tomo una copa con alguna de ellas.
- Muy bien Robertín, me parece muy bien.
- Hasta luego entonces jefe.
…
- ¿Pero si no acabé la copa y ya estás de vuelta? ¿Y eso?, ¿qué estás sangrando por la nariz?
- Sí jefe, es que ya sabe que en cuanto me pegan en la nariz enseguida sangro.
- ¿Y quién te pegó?
- Las dos chicas de antes, Don Alfredo.
- ¿Y eso? ¿No tenías intención de enrollarte con ellas?
- Yo sí jefe, pero creo que bebí demasiado y sin querer les vomité encima, y les estropeé los vestidos.
- Serás animal, anda toma una copa.
- No jefe, mejor un cola-cao.
- Lo que tú digas.
- Gracias, jefe. Le quiero mucho.
Continuará…
Que cariñosos, jajaja
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